Un baile compartido

A las 6 de cada tarde, mi abuela se sentaba religiosamente frente a la televisión del salón. Entre sus manos arrugadas corrían los hilos dorados de la chilaba que próximamente luciría en las reuniones familiares y en sus paseos con las amigas. A las 6 de cada tarde mi abuela hacía un voto de silencio. Con los pies alzados y agrietados por la edad, solo la telenovela hablaba.
Como cada día, había salido bien temprano al mercado a comprar el desayuno para todos, al llegar, tenía que vestir a mis primos más pequeños y vuelta a la calle, esta vez hasta la puerta del colegio. A la vuelta, limpiaba hasta la última esquina de la casa. Ni una mota de polvo. Luego ollas, sartenes y mucha sal, tomaban la cocina. La comida está servida: “¡A la mesa!”, gritaba. Cuando las manecillas del reloj tocaban las 4 de la tarde, otra vez a la calle, ahora más calurosa: niños, merienda y a la ducha. Son casi las 6. Abuela no había parado ni un minuto.
Mathilde es un poco como la Abuela. Mientras que Amín, su marido, ya ha conseguido su sueño marroquí: tierras, burguesía y fiestas aristocráticas, Mathilde callaba. Sus deseos no se cumplían y a caballo entre la ilusión y el vacío, a Mathilde no le queda otra que aparentar. Primero, ante el éxito de Amín y segundo, frente a la libertad inalcanzable y joven de sus hijos, Aicha y Selim. Igual que como Marruecos después del proceso de descolonización, Mathilde está echada a la suerte. La vorágine del día explota a esa última hora de la tarde, igual que Abuela. En el diván de la terraza, con un atardecer anaranjado en lugar de una telenovela, posa la mente en blanco, porque ¿de qué sirve reflexionar?
Miradnos bailar es el segundo libro de la fantástica trilogía con la que la marroquí Leila Slimani conjuga su historia familiar con la historia de Marruecos: desde el colonialismo francés a la salida de la potencia y la reconstrucción de la identidad bereber. Es una continuación fresca, que, aunque en alguna ocasión temas perder el hilo entre historias y personajes, ha diseñado la balanza perfecta para que no ocurra. Un libro que, aunque no puedas entender sin su primera parte, te cautivará. Por su narrativa, la fluidez de sus frases y la sencillez de la adjetivación. Leila hace mucho con poco. Es fantástica.
