Fuente de la imagen: Hulki Okan Tabak
“Ojalá arda todo”, así concluye el último testimonio publicado en @testimoniosartescenicas. Los casos de violencia sexual que han salido a la luz en las últimas semanas, han motivado a un grupo de actrices para abrir una cuenta en Instagram que recoge testimonios de todo tipo de abusos en el mundo de las artes escénicas en nuestro país. El perfil no lleva activo ni un mes y ya acumula más de 100 testimonios. Las actrices aseguran en una publicación que “no se trata de hacer una caza de brujas y señalar a personas para lincharlas”, razón por la que los nombres están tachados. Al estilo Cristina Fallarás, este espacio digital se ha convertido en un lugar seguro desde el que denunciar o siplemente compartir.
Un tsunami sacude al teatro
A mediados de abril de este año, la Fiscalía Provincial de Madrid interpuso una denuncia ante el juzgado contra el dramaturgo Ramón Paso, quien estaba a punto de estrenar la obra “Jardiel enamorado” en el Teatro Infanta Isabel, por delitos sexuales contra 14 mujeres, de entre 18 y 25 años. Según los testimonios recogidos, los hechos habrían tenido lugar entre 2018 y 2023. A las acusaciones de violencia sexual se suman otras como acoso, hostigamiento y coacciones. Fue como un tsunami para el teatro español. Y no parece que vaya a recuperarse pronto, varios casos han saldo a la luz gracias a las redes sociales desde entonces.
Internet y el efecto dominó
El pasado 1 de noviembre, la actriz Miranda Yorch, antigua alumna de la escuela de teatro Estudio Juan Codina, relató en una publicación, en su cuenta personal de Instagram, haber sido víctima de violación cuando tenía 19 años y su agresor, Juan Codina, 51. En el texto describe “un temblor incesante” que le lleva “inmediatamente al momento en que me violaron, y a todos los momentos posteriores en los que me encontraba cerca de mi violador, que era una figura de poder, en un espacio en el que se suponía un lugar seguro, donde se te prometía la calma para trabajar y poder desarrollarte como actriz, como intérprete, como artista. Efectivamente, ese lugar era un estudio de interpretación”.
En su testimonio, la actriz destaca lo dificil que es para las víctimas procesar lo ocurrido y denunciarlo, sobre todo cuando el agresor es alguien poderoso. “Te haces creer y haces creer a los demás que aquello lo hiciste porque quisiste, que aquello que ocurrió no se llamaba violación. Que aquello que ocurrió fue con consentimiento. Y hasta tú misma te lo acabas creyendo. Y te cuentas ese otro relato, en el que el director de tu escuela, 32 años mayor que tú, siendo tú una recién adulta de 19 años, has consentido una violación en un baño diminuto de la escuela en la que estudias, con la persona que te ofrece cocaína, cuando tú nunca has probado eso, encontrándote en un estado de vulnerabilidad extrema”.
Codina ha sido destituido de la escuela que fundó y en la que daba clases, pero su cesión también ha sido objeto de polémica. Es más, el grupo de actrices detrás de la cuenta @testimoniosartesescenicas, asegura que pese a que la escuela cesó al actor y director, en el comunicado que se publicó en el perfil oficial de la escuela en Instagram, se desactivaron los comentarios cuando comenzaron a aparecer nuevos testimonios sobre violencia sexual y formas de enseñanza humillantes. “Nos parecía tremendamente injusto que esos comentarios se perdieran”, aseguran en su primera publicación en la cuenta.
Las redes sociales, tal y como ha demostrado el movimiento #SeAcabó tras el beso sin consentimiento de Luis Rubiales a Jenni Hermoso, que acabó con el despido del presidente de la Federación, o el caso Errejón, que destapó la periodista Cristina Fallarás gracias a su cuenta de Instagram, se han convertido en el espacio desde el que se denuncian un gran número de agresiones. Y es que es inegable su capacidad de mobilizar a la población y ejercer presión para acabar con la impunidad de quienes ostentan el poder y se creen intocables.
A veces el sistema funciona
El 6 de noviembre, las puertas del Teatro Valle-Inclán amanecieron cubiertas con carteles que denunciaban: «En la obra ‘La gaviota’, dirigida por Chela de Ferrari, se ha denunciado acoso sexual. El CDN lo sabe, lo esconde y es cómplice». Sin embargo, el Centro Dramático Nacional (CDN) ya había actuado al respecto una semana antes, despidiendo al actor señalado tras activar el protocolo de acoso sexual del Ministerio de Cultura. La decisión se tomó tras la denuncia de tres actrices de la producción contra el intérprete. La actriz Macarena Sanz utilizó su cuenta personal de instagram para aclarar lo ocurrido: ”Quiero dejar costancia de que víctimas de acoso sexual hemos sido escuchadas y protegidas por el CDN y el INAEM, y de esta manera, que nuestro caso sirva de ejemplo para proximos protocolos a seguir, tanto en instituciones públicas como privadas. Que las victimas no tengamos miedo a hablar porque sepamos que hay una estructura que nos sostiene, y que los agresores sepan que ya no gozan de impunidad”. La realidad es que las propias actrices habían pedido que no se hiciera público el caso.
Entre el arte y la violencia
“En esta profesión hay muchas lineas muy difusas y ya es hora de poner las cosas en su lugar. Sois unos desubicados y aprovechais vuestro poder y el teatro para acosar, agredir y abusar de nosotras. En nombre de ‘el trabajo’, ‘el teatro’ y ‘la interpretación’, hacéis lo que os da la gana”, así denunciaba la actriz Nora Hernández la situación que se vive en el mundo de las artes escénicas en una historia de Instagram. Precisamente, la cuenta @testimoniosartesescenicas hace alusión a ese mismo “vacío legal” que viven las actrices y actores, debido a la linea, a veces muy fina, que puede existir entre el arte y la violencia y que manipulan a su antojo quienes tienen poder: “Hacen del teatro un terreno demasiado difuso y a veces con la frontera entre la ficción y la realidad, el juego y el ensayo, las pruebas y el aprendizaje, se justifican agresiones que no son tolerables”.
Son numerosos los testimonios de alumnas y ex alumnas de escuelas de interpretación que comparten situaciones en las que profesores abusan de su posición. La cuenta “ayuda a reconocernos en otras personas, darnos cuenta de que no estamos solas y de que no estábamos locas cuando pensábamos que una determinada situación estaba traspasando límites”. Para ellas “que una conducta no sea un delito no quiere decir que sea tolerable, hay conductas muy cuestionables, como la humillación, las faltas de respeto o el maltrato psicológico por parte de directores o profesores de interpretación, y este puede ser un espacio para compartir experiencias y sentirnos acompañadas”, argumentan. Y es que no todo vale en nombre del arte, y si las actrices y actores tienen espacios digitales a los que acudir, ya sea para denunciar, para desahogarse o para pedir ayuda, quizás las cosas vayan cambiando y los abusos dejan de ser un secreto a voces.
La violencia sexual y el mundo de la farándula
“El mundo de la farándula es así”, “son todos unos depravados” o “ahí todo son drogas y excesos” son algunos de los argumentos que se utilizan para no siempre justificar, pero sí para encasillar la violencia sexual como un problema propio de ciertos entornos, como si no fuera una lacra social que nos afecta a todas y todos. Pero la realidad es contundente. Según datos del Ministerio del Interior correspondientes al primer semestre de 2024, cada día se denuncian 14 violaciones y 55 delitos contra la libertad sexual en nuestro país. ¿Te sorprenden estas cifras? Es comprensible. Tendemos a percibir la violencia como algo lejano, aunque los datos revelan una realidad muy distinta: El 13,7% de las mujeres de 16 años o más ha sido víctima de violencia sexual en España, según la última Macroencuesta de Violencia contra la Mujer. A ese dato hay que sumarle el de la infradenuncia, pues tan solo el 8% de las victimas que padecieron violencia sexual fuera de la pareja la denunció.
La Macroencuesta también señala que el 39,9 % de las víctimas de violencia sexual contó lo sucedido a una amiga; el 28,3 %, a su madre; el 15,2 %, a su padre y el 14 %, a su hermana. Sin embargo, una de cada cuatro (26,6 %) no se lo contó a nadie. Quizás es el momento de que, tal y como denunció Gisèle Pelicot, la vergüenza cambie de campo. Lo que no se ve, no existe, y lo que no se nombra, no se puede combatir. Cuentas como @testimoniosartesescenicas cumplen una función muy necesaria para que dejemos todas y todos de mirar hacia otro lado y hagamos del teatro un lugar mejor y, sobre todo, seguro.