Fotografía: Begoña Santos en la presentación del libro. Fuente Gloria López.
En el libro ‘Mujeres que mueven montañas’, Begoña Santos Olmeda narra con sencillez -que no con simpleza- la historia de ocho mujeres tan desconocidas como extraordinarias. Con sus voces (“he tratado de mantener incluso algunas de sus expresiones”) articula un relato subjetivo que se convierte en crónica de las discriminaciones e impedimentos que enfrentan las mujeres en diversas latitudes y en distintas épocas, a la vez que profundiza en los interrogantes esenciales que atraviesan la vida humana.
En el escenario de cada uno de los ocho relatos siempre aparece la montaña, concebida no sólo como espacio físico, sino como alegoría del límite o frontera a traspasar. La autora, que conoce bien el monte y practica la escalada, huyó de presentar este espacio casi sagrado desde el enfoque del deporte o la competición por alcanzar el pico más alto. Por el contrario, quiso captar la experiencia de estas mujeres que en algún momento de sus vidas atravesaron ese espacio simbólico que representa la montaña. “Subir montañas es una metáfora de la vida: hay muchas en nuestro día a día.”
De este modo teje un retrato muy humanista de unas vivencias que nos envuelven y con las que resulta fácil conectar, a pesar de la distancia física, temporal o circunstancial. “Me interesaba la parte más humana de sus vidas y he escrito tratando de ponerme en su lugar y de comprender el mundo en el que viven”. Y con ello, “contribuir a que quien lee se acerque a ellas y entienda mejor quiénes somos y el mundo en el que vivimos”.
“Al principio no tenía pensado que fueran mujeres, pero poco a poco me encontré con historias de mujeres que no estaban contadas, fui siendo cada vez más consciente de que había muchas historias de hombres que ya se habían contado desde todos los ángulos posibles y que faltaban relatos sobre mujeres. Además, me daba cuenta de que la perspectiva que me aportaban esas mujeres coincidía con lo que estaba buscando”.
Por otra parte, “la vida de un gran número de mujeres hoy en día sigue estando marcada por limitaciones estructurales que coartan su libertad y restringen sus opciones vitales, como los rígidos convencionalismos de género. En contextos más igualitarios, las mujeres nos enfrentamos también a importantes retos relacionados con nuestra presencia pública y visibilidad”, explica la autora en el libro.
Fotografía: Portada del libro.
Lo interesante, además, es que la autora nos zambulle en la subjetividad de cada una de las protagonistas -de sus emociones, de sus temores, de sus aspiraciones, de su mirada- a la vez que con ella hilvana un contexto que trasciende lo personal. Un caleidoscopio de experiencias que giran con la luz de la montaña.
Ellas son Aqila Hashumi, alpinista afgana de minoría hazara que tuvo que afrontar la llegada de los talibanes al poder en agosto de 2021; Anne Lister, que fue exploradora, montañera y lesbiana en el siglo XIX, desafiando los convencionalismos de su época; Stéphanie Besson, vecina de Briançon, ciudad alpina de apenas 13.000 habitantes que se ha convertido en lugar de paso para quienes tratan de alcanzar el sueño europeo, quien forma parte de un colectivo ciudadano que ayuda a quienes se juegan la vida para cruzar las montañas y sortear así sus fronteras. Flor Cuenca, la primera peruana en la historia en llegar a las cimas más altas del mundo, enfrentando la muerte para experimentar una “sensación de vida desbordante”. La glacióloga y geóloga glacial Bethan Davies, empeñada en divulgar su pasión por los glaciares y equilibrar la presencia de mujeres en la ciencia. Ekeney Njau, guía de montaña en Tanzania, después de luchar contra el destino y cargar con 20 kilos de verduras en la cabeza mientras subía al Kilimanjaro para ser independiente y evitar casarse sin desearlo; Rosario Clemente, que rememora cómo cruzó los Pirineos durante la Guerra Civil cuando era una niña; la científica del Instituto Geográfico Nacional, María José Blanco, que concentrada en los latidos del volcán de Cumbre Vieja, en La Palma, “se olvidó de lo fundamental”.
Narrar las experiencias de estas ocho mujeres ha requerido una laboriosa tarea de documentación: recopilaciones de datos, pistas, contactos y más tarde, entrevistas con las protagonistas (exceptuando Anne Lister, evidentemente, que vivió entre los siglos XVIII y XIX, y cuya historia fue reconstruida a partir de sus diarios, biografías, series y hasta una tesis doctoral). Por último, el aderezo de una prosa directa y sutil que abre ventanas a lo que el acontecer significó para ellas, qué sintieron, cómo valoraron, en qué basaron sus decisiones, como lucharon por encontrar un camino hacia el futuro. “Vivir otras vidas a través de ellas”, es el fin último perseguido por la autora y transmitido con delicadeza en un relato coral y, en definitiva, esperanzador.
“Son mujeres fuertes que se han enfrentado a situaciones inusuales con valentía y determinación. Sus historias merecen perdurar en el tiempo”, concluye Begoña.
Fotografía: La autora con una de las protagonistas del libro, Rosario Clemente. Fuente: Gloria López.
Sobre la autora
Begoña Santos Olmeda (Donostia-San Sebastián, 1972) estudió Bioquímica en la Universidad Complutense de Madrid. Empezó su vida profesional en la cooperación al desarrollo y desde hace veinte años trabaja en el ámbito de las migraciones internacionales. ‘Mujeres que mueven montañas’ es su primer libro, con el que ha logrado ser finalista del premio Desnivel de Literatura, Montañas y Aventura 2023.
Leer y escribir le gusta desde pequeña. Tiene publicados artículos de opinión sobre temas sociales en diversos medios (El Diario Vasco, El País, eldiario.es, entre otros). La montaña forma parte de su vida desde siempre, desde que las recorría con su madre, padre y hermano, como el mar. Aunque asegura que no es una gran deportista, escala y nada siempre que puede. Le interesan “muchas cosas”, que descubre, explora, investiga e incorpora.
Fotografía: Begoña Santos Olmeda