Felicidades, Martina, por ganar el premio a Mejor Periodista Junior de África Mundi. Cuéntanos, ¿cómo surgió tu interés por los temas africanos y cómo ha influido en tu carrera periodística hasta ahora?
La primera semillita se plantó en mi infancia en Algeciras. Tenía ocho años y desde casa veía una sombrita, al fondo, que era África. Yo le preguntaba a mi madre: “Mamá, ¿eso qué es?” Y ella me decía “eso es África”. Y yo le decía, “Pero mamá, ¿cómo se va a ser África?”. ¿Cómo podía estar tan cerca un continente que en mi imaginario de niña pequeña estaba tan lejos y del que no sabía nada?
Eso creó en mí una curiosidad muy grande que creo que me acompañó luego durante muchos años e hizo que, más tarde, cuando empecé la carrera, quisiera leer a Chimamanda y su libro La flor púrpura. La novela contaba la historia y recuerdo que me ponía en Street View de Google Maps a buscar las calles donde estaban ambientadas sus historias. Porque claro, no tenemos ese imaginario. Nos sabemos el nombre de todos los estados de Estados Unidos, tenemos imágenes de todas las calles de Nueva York… Y, en cambio, de África, de sus países y ciudades, no sabemos nada.
Explícanos un poco sobre la historia que hay detrás de la pieza periodística que te ha hecho merecedora de este premio…. ¿Hubo algún momento en particular que destaque en tu cobertura de temas africanos?
La crónica parte de un viaje muy inesperado. Hasta la semana anterior no sabía que me iba de viaje a Lagos, Nigeria. No sabía que iba a acompañar a Casa África en un evento que se llama Vis a vis, que hacen todos los años en diferentes países africanos para acercar a los productores de festivales españoles a la música de bandas emergentes de distintos países de África. Ese año de 2023 tocó Nigeria.
El viaje estaba organizado por el Departamento de Turismo de Nigeria. Vimos lo que querían que viéramos, íbamos todo el rato escoltado y no nos dejaban nunca solos, hasta que conseguimos que nos llevaran a ver la vida nocturna de Lagos.
Cuando pensamos en África, pensamos en enfermedades, pobreza y guerra. Allí en cambio, en la noche de Lagos, veías a gente bebiendo Moët Chandon, una de las marcas más caras de champán y un producto que se vende mucho en Nigeria. En fin, derroche y fiesta, cuando por otro lado, en la propia puerta de la discoteca, veías la pobreza más extrema. Aquella noche sentí una contradicción constante.
Dado que tu enfoque periodístico se centra en África, ¿crees que hay desafíos específicos que las mujeres periodistas enfrentan al cubrir estos temas?
Estoy contenta porque veo que cada vez hay más mujeres y tengo más referentes. Mujeres que cubren África, por ejemplo, Elia Borràs o también antes estaba María Rodríguez, en Dakar. Saber que hay mujeres que están allí y que pueden cubrir el continente sin ningún problema para mí fue un descubrimiento. Yo siempre había leído a Kapuscinski, a Xavi Aldekoa, también a Hugo Morales… Me venían y me vienen a la cabeza nombres de periodistas hombres cuando pienso en el continente africano. Pero es verdad que cada vez hay más mujeres.
Hablemos de las nuevas generaciones en los medios. ¿Cómo ves el papel de los y las jóvenes periodistas en la representación de África en los medios de comunicación internacionales? ¿Qué consejo les darías a quienes quieren seguir tus pasos?
Yo creo que las nuevas generaciones vienen bastante potentes, la verdad. Solo hay que ver lo que estaban haciendo mis compañeros con los que estaba nominada a la categoría de Mejor Periodista Junior: Isabel Dólera y Adrián Roque. Adrián acaba de terminar la carrera y ha estado en Túnez, en Gambia y en Uganda. Isabel también está haciendo un trabajazo. Ambos son personas con muchas inquietudes y con ganas de moverse.
Lo que pasa es que va a seguir existiendo un problema alrededor de la figura del corresponsal. Las nuevas generaciones tenemos inquietudes, capacidades y un amplio abanico de redes sociales. El mundo globalizado en el que vivimos nos permite poder viajar mucho más de lo que hacía nuestros padres y madres. Pero, a la vez, creo que la situación es precaria.
“La manera de abordar los estereotipos en mis historias es mostrando otra realidad. En la crónica de Lagos cuento una noche de fiesta”.
Sabemos que has trabajado en desmitificar África a través de tus reportajes. ¿Cuál crees que es el mayor estigma o malentendido que rodea al continente africano en los medios internacionales, y cómo abordas eso en tus historias?
Creo que el mayor estigma que hay sobre África es que es un lugar peligroso. Un estigma que yo también he tenido. Como todo estereotipo no es que sea irreal, no es que sea mentira, porque obviamente hay zonas peligrosas en África, pero está incompleto.
La manera de abordar esto en mis historias es mostrando otra realidad. En la crónica de Lagos, por ejemplo, cuento una noche de fiesta en la que veo a gente, como podemos ver aquí, bebiendo una copa y pagando con un reloj en el datafono…
A través de la cultura también se puede desmitificar África. Desde asociaciones de teatro a músicos, escritores. A mí me gustaría, si tengo la oportunidad, mostrar el lado cultural y el lago con el que, como sociedad, conectamos.
“Gracias al feminismo cada vez tenemos menos miedo y nos atrevemos a hacer muchas cosas entre las que entra el atrevernos a soñar con ser corresponsales en África”
En tu experiencia, ¿cómo crees que se debería informar sobre la complejidad y diversidad del continente africano?
Cuando se habla de África no puedes hablar de una parte concreta del conflicto o de un suceso concreto, sino que tienes que poner en contexto al lector. Porque no es una información que llegue diariamente, como pasó con Ucrania, no hay una última hora de la guerra en Sudán.
Volviendo al tema de las mujeres en los medios, ¿crees que hay más espacio ahora para las voces femeninas en la cobertura de noticias sobre África en comparación con años anteriores? ¿Cómo podemos seguir avanzando en esta dirección?
Creo que cada vez hay más mujeres que cubren África, hay más referentes y, por lo tanto, somos más las que nos podemos lanzar a hacerlo. Vemos que hay otras mujeres que trabajan en África, a pesar de que nos metan miedo. No solo con África, te meten miedo con todo, sobre todo con viajar sola. Al final siempre nos meten miedos a las mujeres y no a los hombres.
Gracias al feminismo cada vez tenemos menos miedo y nos atrevemos a hacer muchas cosas entre las que entra el atrevernos a soñar con ser corresponsales en África, en algún país del continente.