Fotografía: Programa de la exposición. Fuente: Rocío Tercero.
Chordà nació en 1942 en Amposta, una localidad de la provincia de Tarragona. Las referencias estéticas que aparecen entrelazadas a su poesía y a sus cuadros suelen ser la cultura pop y la psicodelia, aunque ella nunca se ha sentido parte de estos movimientos. Pintó su primera vagina cuando tan solo eran una estudiante de bellas arte y, según reconoce, solo se la mostró a una de sus compañeras. “Imaginaba el cuerpo femenino por dentro, pero no era una figuración realista, sino un poco más el recuerdo de las formas”. Así, empezó a trazar un nuevo camino que nunca se había explorado en el contexto nacional marcado por el dogma de la iglesia y su orden moral.
Fotografía: exposición de Mari Chordà. Fuente: Rocío Tercero.
La curiosidad de la artista le lleva a indagar sobre el cuerpo femenino y descubrió un vacío en el mercado: nadie estaba pintando vaginas ni hablando sobre la sexualidad femenina. Sus cuadros más famosos, que se encuentran hasta el 12 de enero de 2025 en el MACBA, son autorretratos de su sexo que comparten el espacio con sus poemas sobre el cuerpo, el deseo y las mujeres lesbianas.
Por otra parte, la cultura catalana siempre estará unida a ella y a la raíz que conecta sus trabajos con la tierra en la que vive. En Amposta fundó ‘Lo Llar’, un espacio que funcionó como centro de actividades culturales con conciertos, exposiciones y actividades. También, junto con unas amigas, creó un bar-biblioteca feminista en Barcelona llamado ‘La sal’. Este local estaba pensado como espacio seguro donde las mujeres pudieran conversar y organizarse.
Fotografía: exposición de Mari Chordà. Fuente: Rocío Tercero.
Mari Chordà no solo desafió las reglas franquistas con sus representaciones de la sexualidad femenina, sino que también estableció espacios de resistencia y empoderamiento para las mujeres en una época de represión. Su legado sigue siendo una fuente de inspiración para las nuevas generaciones de artistas y feministas y su reconocimiento en los museos es el recuerdo de que aún queda historia por reescribir.