La maternidad: entre el yo mujer y el yo madre
En una pequeña galería del centro de Madrid tiene lugar la exposición “Cruce de caminos: Una mirada al arte emergente en África”, que presenta trece obras de cuatro artistas de distintos países del continente: Phumulani Ntuli (Soweto, Sudáfrica, 1986), Nii Anyetei Ras (Acra, Ghana, 1989), Adeniyi Damilola (Lagos, Nigeria, 1989) y Yola Balanga (Luanda, Angola, 1994). Se trata de Reku Art Gallery, la nueva galería de ARVIVID, situada en la calle Valverde, 30. Semíramis González, comisaria independiente que actualmente lleva a cabo el ciclo de performances protagonizado por mujeres “Visión y presencia” en el Museo Thyssen, está detrás de esta selección de arte emergente africano que explora temas como la identidad cultural, la sostenibilidad o la maternidad.
A quien conoce la trayectoria de González y la perspectiva feminista desde la que aborda su trabajo, no le sorprende la elección de Yola Balanga para esta exposición. “Conocía el trabajo de Balanga de antes y siempre me ha interesado su aproximación a cuestiones de las mujeres, sus performances, su pintura…Esta obra en esta exposición, en concreto, es su primer trabajo en fotografía y quería darle protagonismo”, afirma. La joven angoleña es una artista transdisciplinar conocida sobre todo por la performance, que ha encontrado en el arte una herramienta de cuestionamiento sociopolítico y cultural. Esta no es la primera vez que su obra se expone en la capital. En 2019 llevó a cabo una residencia creativa en Atelier Solar y contó con una exposición individual en La Nave Sánchez-Ubiría. Su performance cuestionaba y repensaba la práctica a día de hoy de la ceremonia Tchikumbi, propia de la región de Cabinda a la que pertenece su familia. Un rito de paso de niña a mujer
que se mantiene, pero que poco a poco se está viendo despojado de sus significados.
Mediante la serie de fotografías “Estado de guerra” que podemos visitar en la Reku Art Gallery hasta el próximo 30 de abril, Yola Balanga nos invita a reflexionar sobre las luchas diarias a las que se enfrentan las mujeres que deciden maternar, sin olvidar la lucha anticolonialista a través de la carga simbólica del machete que sostiene en cada una de las imágenes.
Pese a no tratarse de la disciplina que más representa a la joven artista, la comisaria asturiana tiene claro por qué se decantó por esta obra en concreto: “Por un lado, su valentía al presentar su propia experiencia de la maternidad en espacios cotidianos suyos (la cocina de su madre, su casa, su patio) y hacerlo político al convertir la experiencia personal en una reivindicación feminista, y por otro la relación continúa con la denuncia colonialista y las huellas que esto ha dejado en Angola y en su propia identidad. Me parece un trabajo redondo. Además, como decía antes, es su primer trabajo fotográfico y creo que lo resuelve a la perfección”.
La maternidad también es lucha
“Los colonizadores fueron derrotados a machetazos”, cuenta la artista en la descripción de su obra. El machete, fusión entre herramienta de campesino y
arma de guerra, forma parte del escudo de armas de Angola y es uno de los elementos que aparece en el centro de su bandera. El machete, y por lo tanto, la
lucha y la resistencia, forman parte de la identidad cultural de las angoleñas y angoleños.
Para Balanga, la maternidad también es lucha, pero a nivel individual entre su yo mujer y su yo madre. Retratada siempre sola y en espacios que forman parte de su día a día, Balanga se atreve a mostrarse vulnerable en su rol de madre y nos recuerda la soledad que caracteriza a esta guerra interna que raramente se comparte por miedo o vergüenza. Mientras, el machete, símbolo de resistencia y de lucha colectiva contra con los colonos, nos recuerda que su mera existencia en este mundo es una contienda.
“Estado de guerra” es una producción comprometida que cumple con lo que esperamos del arte contemporáneo: que sea ese soplo de aire fresco que
nos saque de la indiferencia, la resignación y el silencio cómplice. Aún no ha cumplido los treinta y Yola Balanga ya ha conseguido que su arte sea un
espacio de resistencia y cambio social que desafía las normas de género, así como a las autoridades religiosas, tradicionales y patriarcales que rigen la vida pública y privada de las mujeres de su país.
Sin duda, esta artista tiene mucho que decir y nosotras mucho que escuchar. Asegurémonos de que voces femeninas como la suya sigan encontrando espacios desde los que contar sus propios relatos y explorar nuevos territorios creativos. “Las mujeres no somos un colectivo, somos la mitad de la población humana, así que estar justamente representadas es una cuestión de justicia casi hasta numérica”, sentencia
Semíramis González.