Holy Spider: cuando al enfocar los feminicidios una sociedad queda retratada
Ficha técnica
Sinopsis: Irán, 2001. Una periodista de Teherán se sumerge en los barrios con peor reputación de la ciudad santa de Mashhad para investigar una serie de feminicidios. Pronto se dará cuenta de que las autoridades locales no tienen ninguna prisa por resolver el asunto. Los crímenes son obra de un solo hombre, que asegura purificar la ciudad de sus pecados y que ataca a prostitutas por la noche.
Director: Ali Abbasi
Género: Thriller. Drama
País: Dinamarca
Guion: Ali Abbasi, Afshin Kamran Bahrami
Duración: 117 min.
Reparto: Zar Amir-Ebrahimi, Mehdi Bajestani, Arash Ashtiani
Distribuidora: Karma Films
El retrato explícito de la violencia patriarcal que realiza Holy Spider se extiende más allá de lo que muestran las cámaras.
En la mayoría de los relatos cinematográficos, especialmente en aquellos que son tramas policiacas, las víctimas de la violencia no importan, son instrumentalizadas para apuntalar la acción de un asesino y de quienes caminan por la senda de la sospecha tratando de resolver los crímenes. En Holy Spider la cámara mira los feminicidios, humaniza las víctimas, prostitutas y drogadictas, y también contextualiza los crímenes. “Esta no es la historia de un asesino en serie. Es la historia de una sociedad asesina”, aseguraba el director iraní Ali Abbasi en la
presentación de la película en Cannes.
Holy Spider se inspira en el caso real del asesino en serie Saeed Hanaei, un veterano de la guerra entre Irán e Irak que entre 2000 y 2001 mató a 16 prostitutas creyendo que estaba en la obligación de librar una yihad contra el vicio. Los asesinatos de Hanaei, a quien la prensa apodó el “asesino de la araña”, se produjeron en Mashhad, la ciudad de peregrinación más importante de Irán, donde se encuentra el santuario chií del imán Reza.
La cinta comienza con una fabulosa escena donde, tras la cruda presentación de uno de los feminicidios, la cámara asciende en la noche hasta rebelarnos la ciudad de Mashhad iluminada por farolas, asemejándose a una araña. En su interior, como sucede en otras urbes del planeta, barrios marginales repletos de callejones oscuros, donde mujeres escupidas por la pobreza se prostituyen, fuman opio y son devoradas por la violencia más salvaje.
El director elige mostrar la violencia sin edulcorantes ni maquillajes. No solo los feminicidios de unas mujeres que son humanizadas en la película. Sino también
la violencia de una sociedad que se muestra impasible ante el dolor y que incluso aplaude al asesino por “limpiar las calles de vicio”. De este modo, Abbasi construye
un relato incómodo que se rebela a lo establecido.
Frente a los críticos que han denunciado el sensacionalismo de algunos de los desnudos del largometraje, Abbasi defiende su decisión de mostrar de forma explícita los cuerpos de los personajes femeninos: “Durante cincuenta años ha
habido una ausencia total del cuerpo de la mujer en las películas iraníes. Las mujeres se reducían a cabezas parlantes, literalmente cabezas que hablaban, lloraban y reían”.
Uno de los vértices destacables de la película es el retrato de las mujeres: las muestra “completas” y con profundidad Ese es uno de los vértices destacables del retrato de las mujeres en la película: mostrarlas completas y con profundidad.
Para ello, además de la representación de las asesinadas, presentadas con dignidad y humanidad, es fundamental el personaje de la protagonista, fuerte, activo, resuelto y valiente: una periodista, encarnada por Zahra Amir Ebrahimi, que investiga los feminicidios y se rebela ante la dejadez de la policía, poniendo en riesgo su vida con tal de dar con el homicida y que también se enfrenta al acoso sexual.
Cuando Saeed Hanaei asesinó a sus víctimas, Ali Abbasi era un estudiante universitario en Teherán que quedó impactado por el caso, tanto por el tiempo en
que tardaron las autoridades en capturar al homicida como por la reacción de la población ultraconservadora de Mashhad, que consideró a Hanaei un héroe, pese a que este admitió en el juicio haber cometido los asesinatos. “Realmente sentí que había una indignación en mí sobre estas mujeres y su destino y sobre cómo las trataron los medios de comunicación y cómo las trató todo el mundo”, explica el realizador, lo que ayuda a comprender de dónde brota su mirada.
Holy Spider, rodada en Jordania, fue acogida con una gran ovación en Cannes y su protagonista, Zahra Amir Ebrahimi, sería galardonada con el premio del festival a la mejor actriz. El éxito del filme fue recibido con hostilidad por el Gobierno iraní. En una época en que la población persa estallaba en protestas a raíz de la muerte de la joven Mahsa Amini a manos de la policía, el estreno de la película del director exiliado Ali Abbasi supuso otro jarro de agua fría para las autoridades de la república islámica.
Tras su estreno en Cannes, el Ministerio de Cultura del país dijo que la película era “odiosa, falsa y repugnante”, y llegó a comparar a Ali Abbasi con Salman Rushdie, con la amenaza velada de una nueva fetua. El galardón a Zahra Amir Ebrahimi también fue mal visto por las autoridades persas. La actriz, que en Holy Spider interpreta a una periodista cuya carrera es cuestionada después de que su editor la
acose sexualmente, tiene razones para identificarse con su personaje, pues en 2006 se divulgó sin su consentimiento un vídeo íntimo suyo, por lo que se le prohibió actuar y fue condenada a diez años de prisión y a recibir 99 latigazos, razón por la cual huyó de su país. Tras ser premiada en el Festival de Cannes, la actriz ha recibido más de 200 amenazas de muerte. El retrato explícito de la violencia patriarcal
que realiza Holy Spider se extiende más allá de lo que muestran las cámaras.