Estamos en una situación muy crítica, según el portal de datos Feminicidio.net, en el año 2022 se produjeron 99 feminicidios y asesinatos, 19 de ellos en diciembre. Este primer mes del año, 2023, diez mujeres han sido asesinadas por hombres. ¿Cómo podemos explicarnos lo que está ocurriendo? ¿Estamos conceptualizando bien, haciendo alusión a la idea de Celia Amorós de conceptualizar es politizar?
Lo que está ocurriendo podemos explicarlo como el resultado de aplicar “políticas de achique” frente a la violencia de género y no el desarrollo de políticas de igualdad que realicen cambios estructurales. El sistema frente a la violencia de género se ha convertido en los últimos años en un sistema asistencial, como si la violencia de género fuese una cuestión de derechos sociales.
Desde el ministerio de Igualdad se está conceptualizando mal y su trabajo es fundamental en cuanto que son quienes desarrollan los marcos legislativos y quienes tienen la mayor financiación para hacer frente a estas políticas, la financiación del Pacto de Estado que reparten a las CCAA. También, en las CCAA, en su mayoría, existen déficits estructurales determinantes. El más importante, que los organismos de igualdad no están bien dotados con el personal suficiente y que el personal en su mayoría no está especializado. Esa conceptualización de política asistencial pobremente dotada en lo que se refiere al personal es el mayor problema que tenemos para enfrentar este tipo de violencia. Además, también fallan la prevención y la transversalización de las políticas de igualdad. Carecemos de mecanismos para ambas.
¿Qué podemos hacer desde los medios de comunicación?
Desde los medios de comunicación creo que también sería importante la formación. El discurso frente a la violencia tiene que ser más profundo y complejo. Es necesario abandonar los eslóganes y las miradas trasnochadas o partidistas.
En tu libro Cansadas, una reacción feminista frente a la nueva misoginia, describes en nacimiento del Ministerio de Igualdad, en el que fuiste Directora de Gabinete, y recuerdas una frase de Bibiana Aído: “Vamos a cambiar las cosas”. ¿Qué significó para un país como España tener por primera vez un ministerio de igualdad?
No soy capaz de darte una respuesta a esa pregunta. Para nosotras sin duda significó una oportunidad precisamente de eso, de “cambiar las cosas”, de hacer políticas estructurales y no asistenciales. Aprendimos muy pronto que “las cosas” no se cambian fácilmente y que hay tremendas complicidades para que el reparto de poder no se modifique.
Estamos acostumbradas a ver cómo a las políticas mujeres (y además feministas) se les machaca con una insistencia mayor que a los hombres, ¿cómo viviste la experiencia de trabajar en el ministerio y recibir toda aquella misoginia, aquellas campañas de desprecio?
En aquel momento lo viví mejor que ahora. Quizá porque era más joven y no teníamos experiencia. Ahora, quince años después, tengo menos paciencia porque veo que no solo la participación política de las mujeres no está más normalizada y aceptada, sino que la violencia verbal, simbólica y mediática que sufren es aún mayor. Nos ha costado mucho tiempo, demasiado, entrar en las estructuras políticas y los órganos de decisión y aún es muy fácil expulsarnos de ellos. Creo que hemos conseguido pintar las paredes del edificio, pero no hemos llegado a los cimientos. Aún no tenemos las llaves del sótano. Tampoco, y eso quizá es lo más doloroso, hemos establecido las redes de apoyo y protección necesarias para que el ejercicio de la política no nos dañe.
Uno de los objetivos principales que os planteasteis en la creación del Ministerio de Igualdad fue la Ley del aborto. ¿Cómo ves el intento de Vox de obligar a las mujeres que quieren abortar a escuchar los latidos del feto?
El cuerpo de las mujeres continúa siendo el botín más suculento del patriarcado por lo que se resiste a renunciar a él. Botín desde el punto de vista ideológico -de control de la vida y los derechos de las mujeres- pero también económico -mantenimiento de un sistema de sumisión con millones de mujeres convertidas en mano de obra gratuita en los cuidados; vientres de alquiler de mujeres pobres a disposición de las personas ricas; prostitución, trata y pornografía; industria farmacéutica-… Es el cruce entre capitalismo y patriarcado. Los derechos sexuales y reproductivos no solo para Vox, para la ultraderecha en todo el mundo, no existen; para la derecha son solo argumentos electorales de quita y pon, según el momento y la izquierda duda entre su defensa y acatar ideas postmodernas. Para las mujeres es un discurso bien conocido, lo más difícil es conseguir lo más obvio: “Mi cuerpo es mío”; obvio, pero sin embargo, casi ninguna lo consigue.
Viajaste a Afganistán en 1998, en aquel momento gobernaban lo talibanes, como ocurre ahora. Relataste que una mujer llamada Nazifa te dijo: “Cuéntale a todo el mundo cómo sufrimos en Kabul”. Hoy las mujeres vuelven a ver sus derechos reducidos a mínimos. ¿Cómo ves la situación actual de las mujeres allí ahora y qué opinas de las revoluciones que están llevan las mujeres en Irán para defender su libertad?
No puedo entender que Occidente haya abandonado a las mujeres afganas. No puedo entender que los talibanes hayan vuelto al gobierno ante los ojos de indiferencia de los gobiernos de todo el mundo. La experiencia de vivir el Afganistán de los talibanes en 1998 fue la de visitar el infierno. Si este existe, no puede ser peor para las mujeres. La indiferencia de Occidente hacia la revolución de las mujeres en Irán nos habla de lo mismo, la indiferencia del mundo ante la vida de las mujeres, incluso de muchas mujeres que están en puestos de poder y responsabilidad y por supuesto, la indiferencia de los medios de comunicación.
Eres la actual directora General de Igualdad en el Gobierno de Asturias, ¿cuáles son las líneas de trabajo en las que os enfocáis?
Hemos desarrollado un Plan Estratégico que tiene cuatro líneas: la arquitectura de las políticas de igualdad, la formación en igualdad y lucha contra la violencia de género, la economía en igualdad atendiendo especialmente a reducir la brecha salarial y enfrentar la corresponsabilidad y la lucha contra la violencia de género especialmente contra la violencia sexual.
Feminismo para principiantes sigue siendo un libro de cabecera para quienes quieren adentrarse en la historia y la teoría feminista, es un material divulgativo esencial para dar a conocer la historia, la creación y el pensamiento elaborado por las mujeres a lo largo de los siglos, ¿crees que hemos avanzado en dar a conocer la historia de las mujeres en la educación y los medios? ¿Qué crees que falta?
Se ha hecho muchísimo trabajo tanto en el ámbito académico como en el de la divulgación para dar a conocer la historia de las mujeres, sin embargo, los libros de texto han cambiado muy poquito y hay un gran intento de manipular esa historia generando una genealogía ficticia y modificando planteamientos relevantes especialmente en la historia del feminismo. El año pasado me pidieron participar en un acto sobre este tema y para prepararlo repasé lápiz en mano el libro de Literatura de 4º de secundaria de mi hijo y no daba crédito ante la ausencia de mujeres.
En tu libro Cansadas hablas de la Cultura de Simulacro que se da en sociedades formalmente igualitarias, como la nuestra, que tienen leyes de igualdad, también del silencio, de la violencia, del mito de la libre elección. Las mujeres seguimos aspirando a una vida libre de violencia, una vida propia, de tratar con irreverencia al patriarcado y de ser inasibles, pero seguimos lejos de conseguirlo, ¿cómo vives ahora el feminismo en tu día a día?
Vivimos un mal momento para el feminismo. El feminismo está soportando dos campañas al mismo tiempo que lo están debilitando: el entrismo -ocuparlo para desde dentro llevarlo a una dirección contraria- y el desprestigio. Debilitar el feminismo, como estamos comprobando, se traduce en un aumento de la violencia contra las mujeres, en una disminución de la posibilidad de ejercer nuestros derechos y en el fondo, es debilitar la democracia.
El prólogo de la escritora Marcela Serrano a tu libro Íbamos a ser reinas dice: “¡Ni una lágrima más! Es la hora del grito”, Shakira acaba de sacar una canción que dice: “Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan” y Olympe de Gouges, guillotinada tras la revolución francesa, dijo: “si la mujer tiene derecho a subir al cadalso, debe tener también derecho para subir a la tribuna”. ¿Seguimos acumulando gritos, cuanto más podemos aguantar?
Perdóname, pero poner a Shakira en la misma línea argumental que Marcela Serrano y Olympe de Gouges es uno de los problemas que tiene ahora el feminismo, que cualquiera lo usa para cualquier cosa y, sin embargo, el feminismo tiene una tradición intelectual de tres siglos que nunca ha pasado por “facturar” ni por atacar a otras mujeres.
Precisamente el feminismo nos ha proporcionado argumentos, estrategias, fuerza, conceptos y un sujeto político para dejar de “aguantar”, para realizar los cambios estructurales necesarios para que las mujeres vivamos vidas libres de violencia y con el estatus completo de ciudadanía.