El término cadena procede del latín ‘catēna’ y puede tener diversas acepciones que, realmente podríamos agrupar en dos. Por un lado, podemos entender el concepto de cadena como la “sucesión lineal de elementos enlazados entre sí”; la “sucesión de acciones, hechos, acontecimientos, obras, etc., relacionados entre sí” o el “conjunto de personas que se enlazan una con otra por un motivo determinado”. Pero también lo podemos entender como una “atadura inmaterial” o como una “opresión o poder absoluto”. Este doble significado ya nos está aportando mucha información.
En una realidad en la que existe la división sexual del trabajo entendida como la división entre el trabajo productivo (tradicionalmente atribuido a lo masculino) y el trabajo reproductivo, de cuidados o derivado del sostenimiento de la vida (tradicionalmente atribuido a lo femenino) es necesario introducir la perspectiva de género para vislumbrar cuál es el origen de las cadenas globales de cuidados.
Según, Amaia Orozco para ONU Mujeres, las cadenas globales de cuidados son “cadenas de dimensiones transnacionales que se conforman con el objetivo de sostener cotidianamente la vida, y en las que los hogares se transfieren trabajos de cuidados de unos a otros en base a ejes de poder, entre los que cabe destacar el género, la etnia, la clase social, y el lugar de procedencia”.
De acuerdo con Isabel Otxoa, el eslabón central de esa cadena parte de la concepción de que los cuidados deben ser provistos dentro del marco del hogar y, como tal, son algo que “pertenece, está adscrito, a las mujeres, que lo llevan indisolublemente ligado a sus personas. Esa atribución injusta de la que las feministas siempre hemos renegado, se incorpora a la representación de nuestro ser y de ahí en adelante, la ausencia de las mujeres del país rico en las tareas de cuidado pasa a constituir una anomalía subsanada por ellas mismas con la contratación de empleadas de hogar” (normalmente mujeres racializadas, migrantes y/o procedentes de países empobrecidos). Así, mientras las desigualdades de género en los países de destino actúan como factor de atracción, las desigualdades de género de los países de origen actúan como factor de expulsión, estableciéndose de esta forma regímenes de cuidados injustos.
Teniendo en cuenta que los cuidados son la base que garantiza la existencia de toda sociedad y que, por tanto, son fundamentales e imprescindibles para el sostenimiento de cualquier sistema socioeconómico y para garantizar el desarrollo y la innovación, resulta fundamental reflexionar acerca sobre la responsabilidad de todas las personas en general y de los estados en particular de romper esas cadenas, promover la igualdad y garantizar la posibilidad de vivir vidas libres de violencias (también simbólicas y económicas).
Imagen: Cartel del documental Overseas: Esclavas del S. XXI (2019)