La radio siempre está puesta en casa de mis padres desde primera hora de la mañana. Llevan escuchando la Cadena SER desde que tengo uso de razón y, cuando vivía con ellos, no había día que no desayunara con el informativo de fondo.
Ahora llevo ya dieciséis años fuera de casa, pero esa costumbre sigue sin haber cambiado: la radio siempre está sonando en un antiguo reproductor de CD azul en mitad de la cocina, con la ventana de la terraza abierta sea verano o invierno. Mientras desayunaba el lunes, mi madre venía refunfuñando por el pasillo: “Tania, parece que todos han ganado, no entiendo nada”.
Tampoco tuve mucho más que añadir porque el comentario que dijo mi madre, que se llama Elena, por cierto, fue el titular más coherente que he escuchado. Y es que el PP “parece” que ha ganado porque la realidad de los datos es indiscutible: ha recibido 8.091.840 de votos, tendrá 136 escaños y va a dominar el Senado. El PSOE “parece” que ha ganado porque ha aumentado el número de votos y escaños con respecto a las últimas elecciones en 2019 y tiene la capacidad de negociación para formar gobierno. Vox “parece” que ha ganado porque a pesar de ser un partido antidemocrático y haber bajado abismalmente en escaños, sigue recibiendo 3.033.744 votos. Sumar “parece” que ha ganado porque a pesar de haber conseguido menos votación que la que recibieron los partidos que lo conforman por separado en las anteriores elecciones, es el trampolín para que el PSOE gobierne.
Por su parte, el PNV comenzará a preocuparse porque EH Bildu haya sacado un escaño más, y desde Cataluña y, a pesar del voto en clave española, tanto Junts o ERC habrán comenzado ya a reflexionar sobre la bajada de escaños. Estos cuatro partidos también “parece” que han ganado, porque en sus manos está la guinda del pastel.
Yo creo que lo único que se ha ganado es un poco más de tiempo. No soy tan positiva como otros periodistas. Si tuviera que dibujar lo que pienso, sería una puerta de roble gigantesca intentado ser derribada por PP y Vox, materializados en forma de un grupo masivo de personas sin rostro, homogéneas, avanzando con desprecio, fuerza y mentiras, y al otro lado, dentro de la fortaleza, un grupo disgregado aunque intente sumar, resistiendo con entereza y firmeza, pero tapando con chicle los huecos que se van haciendo en la puerta de roble.
Puede que este sea el juego político, pero detrás se presenta una realidad profundamente dolorosa, una realidad en la que un 12% de los votos, que son muchos, van para un partido que niega la violencia de género y rechaza una sociedad diversa. Una realidad en la que el 33% votan a una persona que ha mentido a la población con descaro y despotismo, y que es capaz de negociar con Vox. No hay suficientes chicles para detener tanto patriarcado.
Si las negociaciones son positivas, los próximos cuatro años son decisivos para hacer pedagogía política eficiente. Para que el PSOE desarrolle con alto impacto económico y social todo lo creado en la legislatura que ya se acaba, para que Sumar, sume y para que reflexionemos sobre el país diverso e inclusivo que queremos. Para que no solo “parezca” que se gana.
Llevo esperando durante años escuchar en la radio el nombre de la primera mujer presidenta en el Estado español. En nuestras manos está que ese nombre no sea el de Ayuso.