Por Andrea Donofrío
Diferentes medios internacionales y analistas políticos han interpretado la victoria de Giorgia Meloni en las elecciones italianas de 2022 como una «buena noticia» para el feminismo. Es la primera mujer presidente del consejo de ministros de Italia, un país marcadamente patriarcal y conservador en el ámbito de los derechos sexuales y reproductivos. Sin embargo, no se debe caer en la trampa de celebrar la victoria de la política romana como una victoria feminista.
Giorgia Meloni nunca ha escondido su visión del feminismo: en su primer libro de 2011, indicaba que el feminismo era «más una cuestión de ideología que de género y sustancia» (Noi crediamo. Viaggio nella meglio gioventù d’Italia). Su postura crítica respecto al movimiento feminista y a las políticas de género se hizo famosa en su libro autobiográfico Io sono Giorgia (2021), en que se declaraba intolerante «hacia las cosas ilógicas, como la ideología de género», añadiendo que «las mujeres capaces deben ser capaces de competir en igualdad de condiciones, sin empujes y sin prejuicios». Durante la Conferencia programática de Fratelli d’Italia en Milán en 2022, Meloni declaraba: “el verdadero objetivo de la ideología de género no es el tan cacareado objetivo de la lucha contra las discriminaciones ni tampoco la superación de la diferencia entre hombre y mujer. El verdadero objetivo no declarado es la desaparición de la mujer como madre». Desde que asumió el Gobierno de Italia ha actuado en esta dirección, defendiendo la maternidad, creando el ministerio de Familia, Natalidad e Igualdad de Oportunidades o revelando que debían llamarle «presidente», recurriendo al género masculino en lugar del femenino.
Giorgia Meloni resulta promotora de una postura compartida en el escenario internacional por figuras como Marine Le Pen en Francia, Frauke Petry en Alemania, Beata Szydlo en Polonia, Sarah Pallin en Estado Unidos o Isabel Díaz Ayuso en España, entre otras. No creen en las cuotas, ni en las políticas para las mujeres; no consideran que las mujeres necesiten más «protección» o derechos especiales. Defienden a la familia natural, cuestionan el aborto y se oponen al matrimonio entre personas LGTBI.
Al mismo tiempo, niegan la existencia de la desigualdad que provoca que las mujeres tengan menos posibilidades que los hombres y se declaran defensoras del mérito en una actualización a los desafíos del siglo XXI de la visión neoliberal de Ayn Rand.
La postura de las políticas de derecha y de extrema derecha se mueve en el marco del feminacionalismo descrito por Sara R. Farris en su libro En nombre de los derechos de las mujeres. El auge del feminacionalismo (2021): su discurso es parte de una estrategia para promover mensajes nacionalistas, ultraconservadores, racistas y xenófobos. El nativismo se combina con elementos religiosos y, por eso, se declaran defensoras de la familia tradicional y enemigas de quienes supuestamente, al igual que el movimiento feminista, cuestionan el orden natural. Desde el punto de vista mediático y económico, cuentan con el apoyo de fundaciones y ONG ultracatólicas y de lobby ultraconservadoras.
Su discurso es parte de una estrategia para promover mensajes nacionalistas, ultraconservadores, racistas y xenófobos.
La victoria de Meloni y el mayor protagonismo de mujeres vinculadas a formaciones de derecha en el escenario internacional podría ser una buena noticia para el feminismo: sin embargo, probablemente lo será solo desde el punto de vista «visual», ya que en las fotografías de las cumbres de líderes habrá una mayor presencia femenina.
La entrada de las mujeres en posiciones de poder no implica la promoción de una política feminista, dirigida a transformar la sociedad. Ser mujer no comporta automáticamente ser feminista y Meloni y las demás políticas de moda en la actualidad internacional deberían luchar para que las mujeres tengan los mismos derechos y oportunidades que los hombres.
Ser mujer no comporta automáticamente ser feminista y Meloni y las demás políticas de moda en la actualidad internacional deberían luchar para que las mujeres tengan los mismos derechos y oportunidades que los hombres
Sin embargo, se trata más bien de políticas que, en lugar de reconocer que su posición y cargo se debe a los avances del feminismo, fruto de un movimiento colectivo de lucha por la igualdad, reniegan de este pensamiento y confirman el profundo arraigo que tiene la concepción patriarcal en la sociedad actual. En definitiva, la cuestión no es que Meloni se sienta feminista o no, si no que actué en favor de la igualdad y asuma los compromisos de la agenda feminista. Si no es así, las políticas de derecha y de extrema derecha terminarán por perpetuar una visión patriarcal de la política, convirtiendo la «anti-ideología de género» en uno de los pilares ideológicos de sus planteamientos y promoviendo un feminismo en clave identitaria y nacional.