Por Rocío Tercero
La OMS incluye que la mutilación genital femenina no solo es un reflejo de desigualdad, sino que supone la violación de derechos tan fundamentales como “el derecho a la salud, a seguridad y la integridad física, el derecho a no ser sometido a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes, y el derecho a la vida en los casos en que el procedimiento acaba produciendo la muerte”, afirman.
Es importante reconocer la eliminación de esta práctica como una cuestión feminista pues esta práctica conlleva consigo el control del cuerpo y la sexualidad de las mujeres que muchas veces son retratadas como “las otras”, ya que se atribuye totalmente a una problemática puramente africana.
Pero es importante resaltar los mitos que suceden alrededor de la mutilación genital femenina como: que es una práctica musulmana, una problemática africana y que ocurre solo en grupos culturales de bajo nivel socioeconómico y educativo. Esta situación cambia por completo cuando nos situamos por ejemplo en el panorama nacional. Según los datos ofrecidos por el Parlamento Europeo, en España viven entorno a 70.000 mujeres procedentes de países donde se practica la mutilación genital femenina y entorno a 3.600 menores están en riesgo de ser mutiladas cuando regresan a estos lugares.
Legalidad en el contexto europeo
El marco europeo a través del Convenio de Estambul (2011) reconoce la mutilación genital femenina como una forma de violencia de género que atenta contra la salud física, psicológica, sexual y reproductiva de las mujeres y las niñas. Asimismo, el 20 de diciembre de 2012 la Asamblea General de las Naciones Unidas intensificó los refuerzos mundiales para que se produzca su eliminación a través de la adopción de la resolución A/ RES / 67 / 146.
Por otra parte, en España desde el año 2015, se implementó un protocolo de prevención de la Mutilación Genital Femenina (MGF), el cual incorpora una herramienta altamente efectiva conocida como el «compromiso preventivo». Este documento ha sido diseñado para que los padres de las niñas lo utilicen durante sus viajes a sus países de origen, sirviendo como un respaldo en su decisión de no someter a sus hijas a dicha práctica.