Miércoles. Seis y media de la tarde. Centro de Madrid.
Las pocas horas de luz solar no dan tregua a esas baldosas de la calle de Fray Ceferino González, impregnadas ya de cierta humedad por esa rápida puesta en escena de la luna y su contertulio descenso térmico. Desde una escueta distancia, el número 4 de la calle consigue convertirse en el epicentro neurálgico; y no solo por el trasiego de personas entrando y saliendo del local, sino contrarrestando la tenuidad y sosiego de otra escuela de yoga unos metros más abajo.
En ese mismo lugar, la Fundación 26 de Diciembre acoge un coloquio de la que va a ser la próxima serie de los ya conocidos Javis: Vestidas de Azul, basada en la obra de Valeria Vegas del 2019, titulada con el mismo nombre.
La trama parte del documental de Antonio Giménez Rico – Vestida de Azul – que rodó por primera vez un documental sobre relatos de mujeres trans, logrando llegar a emitirse en salas comerciales. A través de esas historias, la periodista analiza el contexto sociocultural de la época y lo arduo que pudieron llegar a ser los caminos para esas personas que solamente aspiraban a ser quienes querían; supervivientes que, en mayor o menor medida, han sido condenadas por una sociedad contemporánea que sigue sin entender las brechas que puede tener el canon de lo aparentemente normativo. Personas como Mar Cambrollé, Federico Armenteros, Chloe Santiago, Geena Román, Alma Gormedino, Ian de la Rosa, Alejandro Zarzuelo, Bimba Farelo o Juani Ruiz, que, por el mero hecho de haber nacido en un cuerpo que no estaba en sintonía con su verdadera identidad, fueron arrastradxs (y señaladxs) por ese sentimiento de culpa propia del patrimonio eclesiástico y mártir que arrastramos, dando ahora vida a las protagonistas originales de esas narraciones – también como continuación de su primera parte, Veneno –.
La charla se divide en dos partes que juegan con los títulos: la primera, basada en el histórico de las realidades trans titulada “entender el pasado”; la segunda, enfocada hacia la inserción laboral de las personas trans bajo el lema “es necesario para escribir el futuro”.
La moderadora y conductora del evento, Mar Cambrollé, – presidenta de ATA-Sylvia Rivera y de la Federación Plataforma Trans -, no resbala ni en un descuido en todo su discurso impetuoso, el cual empieza con una cruda afirmación: “El maltrato de la dictadura y el olvido de la democracia”.
“El pasado ha sido una mezcla entre escarnio y pasión, por eso no han podido con nosotras”, prosigue. “En los 80, si eras trans tenías como recurso o el espectáculo o la calle. Solo conozco un caso que pudo trabajar con gente con diversidad funcional (…) Había tanta desinformación que sentías que tenías que ser mujer por el simple hecho de que te gustasen los hombres”.
La misma línea sigue Armenteros, presidente de la fundación 26 de Diciembre, que, aun a modo de anécdota, cuenta el caso de un anciano que “con 84 años, tenía ganas de darme un bastonazo por ser gay, aunque luego me dijo que era buen chaval y alegre”, mostrando una vez más la distorsión en torno a los hombres homosexuales en generaciones anteriores, estigmatizados y cargados con etiquetas – según palabras textuales – como “depravados o pederastas”. ¿La moraleja de la historia? Que, al final consiguió, ser un “referente abuelo – nieto” de ese mismo señor que un día le manifestó su voluntad de pegarle.
En este punto, surge otro de los temas que son tangibles dentro del propio colectivo LGBT+ y que es el gaycentrismo; el cual, a pesar de pelear por la misma causa y ser inevitablemente un conjunto de aliados, la presentadora aprovecha para recordar que “la mujer trans es la que ha llevado la bandera de la libertad”. La línea (auto)crítica no queda ahí, y entre otros turnos de palabra, otro de los términos que sale varias veces a relucir es el cispassing, que, bajo las premisas del glosario LGBT+, hace referencia a una persona trans que, por su aspecto físico, no se puede deducir que lo es. Otra muestra más de la presión que sigue ejerciendo ese sistema tan supuestamente abierto y, a la vez, tan hipócrita.
Frases tan lapidarias como que “tenía sueños y no sabía sí tendrían salida si transicionaba” declara a posteriori Alma, otra de las ponentes. La hostilidad en lo laboral, una vez superado ese mundo de la noche, donde la precariedad sigue atravesando: “La hostelería nos ha abierto a muchas oportunidades, pero también nos enfrenta a muchos tipos de personas”, confirmaba ella misma.
En su turno, Ian de la Rosa no se corta a la hora de aportar datos – como el que los hombres trans representan un 0% en los Premios Gaudí – ni tampoco a la hora de sentenciar con vehemencia que “basta de contar historias trans si no se cuenta con personas trans”.
Juani Ruiz, quien ya participó como actriz en el biopic de Cristina La Veneno, cree que los pasos en esa ya mencionada batalla son “cortitos, porque de golpe no se consigue nada”. Sin embargo, Cambrollé insiste en seguir reclamando por esa “falta de política pública”, incluso para lograr una “pensión por todas esas personas trans que fueron excluidas del sistema con una ley de memoria y reparación”. “No tenemos nada que perder, pero sí ganar: derechos y libertad”, afirma.
A modo de complementación contextualizadora, según datos de un estudio de abril del 2022 llevado a Cabo por el Ministerio de Igualdad, se podía estimar entre las personas trans “una tasa de paro del 46,5% (41,5 % entre mujeres trans, 48,7 % entre hombres trans y 69,2 % entre personas no binarias), muy superior a la de la media de la población española”. Como conclusiones de este, a grosso modo, se hace hincapié sobre la discriminación de cara al acceso al empleo y la inestabilidad de sus ofertas, la dificultad de encontrar un entorno sano libre de agresiones – laboral o estudiantil -, lentitud burocrática por parte de las administraciones, ausencia de campañas de concienciación e inserción y políticas especificas y, en consecuencia, los problemas psicológicos que todo ello deriva.
Más allá de su propia voz, ¿queda fe en cualquier ser humano que haya tenido que pasar por esas vivencias? La sensibilidad y resquicios de inocencia que se perciben entre las líneas de sus palabras parecen indicar que sí; todavía sobrevive algo de esa esperanza que les trataron de arrebatar desde la primera gota de sudor por la libertad; su libertad: la misma que hará que el mañana se vista de azul.
El primer capítulo, Loren, ya está disponible en la plataforma online Atresplayer, con un banner anunciando otro episodio nuevo cada domingo.