Malasmadres es un movimiento, una revolución, una comunidad y un altavoz. Este mes hablamos con las mujeres que están detrás de esta plataforma que reivindica una maternidad en igualdad y que pone un espejo al patriarcado al grito de: “¡Somos malas madres!”. Nació en 2014 en la cuenta de twitter @malasmadres, de Laura Baena, con el objetivo de “desmitificar la maternidad y romper el mito de la madre perfecta”.
Ahora que casi cumplís diez años de existencia, ¿cómo valoráis el movimiento y la comunidad que ha crecido entorno a esta lucha de diez años por una maternidad libre de mitos y juicios, y más justa?
Malasmadres empezó como un desahogo personal de Laura Baena en la cuenta de twitter y en poco tiempo se convirtió en un movimiento social, lo que demostró que existía un problema social latente del que nadie hablaba pero que era importante poner sobre la mesa: el mito de la maternidad y la crianza. Somos una generación que hemos crecido con mensajes edulcorados en torno a la maternidad, con anuncios de publicidad más aspiracionales que reales y nadie nos contaba la cara oscura de la crianza.
Todo ello provoca que nos enfrentemos al naciemiento de un hijo con expectativas que luego no se cumplen y que provocan un sentimiento de culpa que nos acompaña a lo largo de los años por no poder cumplir con el canon de madre perfecta con el que hemos crecido. De ahí el éxito del Club, que en poco tiempo conectó con miles de mujeres que encontraban en las redes sociales de @malasmadres un espacio de desahogo en el que no se sentían juzgadas y, con sentido del humor, podían compartir sus intentos fallidos de “buena madre”.
Hemos visto una gran evolución en este sentido porque hace 10 años costaba verbalizar “soy una Malamadre, ¡y qué!” y ahora mismo las mujeres están cada vez más liberadas de los estereotipos y de las creencias que limitan vivir la maternidad con libertad. Ahora ya no cuelan tanto los mensajes de “eres una superwoman” y los hemos transformado en “no quiero ser superwoman” porque creemos que la crianza es una responsabilidad social que debe ser compartida.
La Asociación Yo No Renuncio, bajo el lema “Yo No Renuncio a ver crecer a mis hijos e hijas ni a mi carrera profesional” tiene como objetivo concienciar sobre la necesidad de una conciliación real y habéis conseguido 300.000 firmas en nuestra petición change.org: ¿Cómo sería la conciliación real que libraría a las mujeres de doble carga y no les restaría oportunidades para perseguir sus ambiciones propias? ¿Qué acciones políticas y sociales reclamáis para alcanzarla?
Para nosotras el diagnóstico que hemos hecho desde la Asociación Yo No Renuncio ha sido clave porque hemos puesto sobre la mesa la necesidad de un cambio sistémico. Los datos que hemos recogido muestran como 6 de cada 10 mujeres renuncian a su trayectoria profesional al ser madres, que la rigidez y la centralidad horarios laborales tan solo dejan 54 minutos de tiempo libre al día para una misma o que el 54% de las mujeres asume la carga mental de las tareas doméstico familiares, frente el 17% de sus parejas. Con más de 5 estudios sociológicos hemos constatado que una acción política concreta puede “ayudar”, pero no puede transformar el sistema.
Por eso, lo que siempre hemos defendido es un Pacto de Estado por la conciliación y la corresponsabilidad que defina el coste individual y social que supone la no-concliación y la no-corresponsabilidad para aplicar políticas correctoras desde diferentes ámbitos (institucional, empresarial, sindical, familiar, etc) y hacer seguimiento de ellas. Vimos como los permisos iguales e intransferibles fueron un gran hito en esta lucha por la corresponsabilidad y conciliación, pero es fundamental revisar las trampas, analizar cómo se están usando y valorar cómo seguir mejorando para que impacten en la transformación social.
Hace poco en vuestro Podcast del Club de Malasmadres, se escuchó un gritó colectivo en el público cuando la fundadora, Laura Baena, mencionó la salud mental materna. Además, vuestro estudio La hora de cuidarse señala que el 66% de las madres no pide ayuda psicológica pese a sentirse desbordadas por falta de tiempo, falta de dinero y vergüenza por el qué dirán. ¿Cuál es el estado de la salud mental de las madres y por qué es importante abordarlo y hablarlo?
Otro de los temas del que no se habla y del que no nos han informado es de cómo afecta la maternidad a nuestra salud mental. Por un lado, el impacto emocional que tiene el posparto que no ha sido un aspecto prioritario en la formación de las futuras madres y, por otro, la falta de corresponsabildiad, que hace que las mujeres acaben asumiendo una alta carga de trabajo mental con dificultades para de delegarla. Por eso quisimos poner el acento en la salud materna porque las mujeres, cuando se convierten en madres pasan a un segundo plano y sus necesidades emocionales quedan invisibilizadas, y realmente deben ser atendidas para evitar caer en problemas de salud mental. En una consulta que recogimos, vimos que los principales motivos para no pedir ayuda profesional son la falta de tiempo, de dinero y por vergüenza y esto fue lo que nos impulsó a lanzar el servicio de atención psicológica Yo Me Cuido, que ayuda gratuitamente a mujeres que lo necesitan.
Los cuidados a menores y mayores suele ser una tarea que llevan a cabo las mujeres, sin apenas reconocimiento, además vuestra encuesta #MalamadreEnModoAvión evidencia que las madres no pueden desconectar. ¿Cuál es el peligro de que las madres y cuidadoras que no pueden desconectar?
La doble jornada de trabajo (la del empleo y la que asumimos en el hogar) hace que la desconexión de las mujeres y su tiempo de autocuidado sea residual. El 85% de las madres tiene menos de 1 hora al día para ella o ni siquiera eso, un dato alarmante que pone sobre la mesa las dificultades para desconectar que tienen las mujeres. Esto, sumado a que la mayor parte del trabajo doméstico que asumimos es de planificación y organización, obliga a que estemos permanentemente pensando en las necesidades de cuidado del hogar (mientras estás en tu trabajo, estás pensando qué falta en la nevera o qué vas a preparar para cenar esa noche).
Más allá de la salud está el derecho a desarrollar la propia personalidad, vosotras reivindicáis que las madres no tengan que perder su identidad, sus ambiciones y su individualidad. ¿De qué maneras el modelo de maternidad actual impide a las mujeres tener una identidad propia más allá de la de madre?
Por un lado, la falta de tiempo para desarrollarnos como personas más allá del espacio laboral y la familia (con el rol de madre) hace que no dispongamos de momentos para reencontrarnos con aquello que nos gusta o nos gustaba antes de ser madres. El tiempo libre que tenemos al día es residual y suele ser al final del día, con lo cual no permite desarrollar redes más allá de los roles asignados en el trabajo o en casa.
Y por otro lado, la intensidad en la que estamos viviendo las maternidades nos aleja de aquello que nos gusta ser o hacer cuando no somos madres. De ahí una de nuestras frases preferidas “que tu M de madre no aplaste tu M de mujer”.
En los años 70, las feministas hablaron de que “lo personal es político” y en vuestro club os definís como “una comunidad emocional 3.0 de madres que tenemos mucho sueño, poco tiempo, alergia a la ñoñería y ganas de cambiar el mundo o al menos de morir en el intento…”. ¿Cómo son los mensajes que os llegan de las Malasmadres que os siguen en redes y que forman parte de vuestra comunidad?
La creencia de ser malamadre por no cumplir con el canon de madre perfecta y el sentimiento de culpa que nos genera no poder estar a la altura de lo que “creemos” que debe ser una buena madre es lo que más nos llega. Por eso creemos que el primer paso para concienciar es demostrar con datos que no es algo que estés viviendo tú sola en casa, sino que es algo que viven la mayoría de mujeres y que debe ser atendido como una cuestión social. Cuando empezamos a hablar de “yo no renuncio” se nos acercaba mucha gente diciendo que “yo he elegido, no he renunciado” y eso ocurría cuando las mujeres no habían entendido que reducirse la jornada, cogerse una excedencia o abandonar el mercado laboral es la única solución que hay para poder conciliar. Si no tenemos más opciones que perder salario o perder salud, entonces no es una libre elección, es que el sistema nos empuja a renunciar. Gracias a los datos y las campañas de sensibilización que hemos hecho durante 10 años hemos conseguido que cada vez cueste menos decir “yo renuncié y no quiero que ninguna mujer más tenga que renunciar”.
Laura Baena, vuestra fundadora, compartió su relato de una maternidad real, para exigir un nuevo modelo social de madre. ¿Qué es una Malamadre y porqué es tan necesaria para el conjunto de la sociedad?
Una madre que pueda elegir con libertad, que no se juzgue y que se acepte su diversidad. Porque hay tantas maernidades como madres y por tanto no hay que esperar que cumpla con un canon de mujer perfecta. Más allá de eso, también es un modelo social donde se entienda que la crianza es una responsabilidad social y que por tanto, las familias y la sociedad debe corresponsabilizarse de estos cuiados, no únicamente las mujeres.
Para acabar, ¿cuáles son los proyectos en los que os planteáis trabajar después de haberos convertido en estos diez años en el espejo de la generación de madres actuales?
Todavía queda mucho trabajo por hacer, tanto de sensibilización como de activismo político para que tanto los gobiernos como las empresas y las escuelas entiendan que esto es un problema social. Que sin conciliación no hay futuro y que sin el reconocimiento social y económico de la maternidad, la brecha entre el deseo de ser madre y el número de hijos que tenemos finalmente seguirá creciendo.