El deporte y los horizontes de la libertad de las mujeres
La primera Copa Mundial Femenina de Fútbol se jugó en 1970, en Italia. Las jugadoras danesas ganaron, después de que sus equipos deportivos fueran robados y con un estadio lleno. En España, este año 2023, las jugadoras de fútbol se han convertido en campeonas mundiales, han conseguido un hito, pero no son las únicas. María Pérez, corredora, se ha convertido en campeona del mundo de la distancia 20 kilómetros marcha, apenas cuatro días después de ganar una medalla de oro; y Polina Berezina y Alba Bautista han logrado una plaza olímpica en el Mundial de Gimnasia Rítmica, celebrado en Valencia.
Las mujeres de todo el mundo han demostrado que el deporte forma parte de nuestra vida y que somos capaces de batir records. Todo esto, a pesar del machismo imperante, a pesar de que las deportistas están constreñidas por una estructura patriarcal que, en cualquier rincón del planeta, en cualquier cultura o etnia, limita su libertad. Cuando se coacciona a las mujeres en el ámbito deportivo, se están recortando nuestros horizontes y nuestras posibilidades de experimentar la vida.
El patriarcado en el deporte: denuncias de las deportistas
#SeAcabó es el lema con el que las futbolistas, ganadoras del mundial, han abierto una grieta en la estructura patriarcal del mundo del deporte. El beso forzado a Jennifer Hermoso en directo ha sido un ojo de buey por el que se puede ver el abuso de poder, el menosprecio y el acoso al que están sometidas las deportistas. Lo que hemos podido ver es solo la punta del iceberg de un sistema que nos dice que ese no es nuestro lugar. En el último partido de la selección, las futbolistas suecas se sumaron a la reivindicación portando una pancarta con el mensaje “#SeAcabó our fight is the global fight”, nuestra lucha es una lucha global.
En Francia, durante el mes de septiembre se han recogido 600 casos de violencia sexual dentro del mundo del deporte. La tenista Angélique Cauchy dio uno de los testimonios más difíciles de escuchar. Narró, en el canal France Info, cómo su entrenador la había violado alrededor de 400 veces. La corredora norteamericana Mary Cain, una de las jóvenes más rápidas del país, denunció abusos de su entrenador y del equipo de NIKE que la había fichado.
Relató cómo había dejado de rendir adecuadamente debido a las presiones y los abusos a las que estaba sometida. Cain era humillada por no ganar y obligada a perder peso. La gimnasta Simon Biles y sus compañeras denunciaron a su médico por abusos sexuales. Decenas de gimnastas habían sido víctimas de este hombre durante años, mientras la estructura lo protegía. La lucha es internacional, porque el machismo en el deporte lo es también.
Las demandas y reivindicaciones de las futbolistas, que han recibido el apoyo de muchas otras deportistas a nivel mundial, tienen una raíz profunda. La futbolista Alexia Putellas ha hablado a los medios de la necesidad de que se produzcan “cambios estructurales”. Eldiario.es recoge la declaración de Alexia: “Yo creo que está todo claro. Tolerancia cero ante lo que todo el mundo vio. Tolerancia cero a las cosas que no se han visto porque no eran en directo y que no se pueden hablar porque hay un juicio abierto”.
Estructuras patriarcales
La profesora y filósofa Rosa Cobo explica que el patriarcado es “universal y longevo”. Esto quiere decir que se encuentra en cualquier rincón del planeta y en cualquier época de la historia de la humanidad. Si no se toman medidas políticas para fomentar la igualdad, estas estructuras patriarcales no van a cambiar solas. ¿Pueden sentirse seguras y protegidas las deportistas en ámbitos liderados por varones en los que existe una relación de poder? La respuesta es que no. Por esta razón, las 80 jugadoras que renunciaron a la selección de fútbol dicen que no se han efectuado los cambios necesarios para que ellas accedan a volver.
Élida Alfaro Gandarillas, en su investigación Situación de las mujeres en el deporte en España, señala: “La cultura masculina dominante que existe en el deporte y la persistencia de los estereotipos de género influyen negativamente en el avance de las mujeres en el deporte y afecta a su acceso a todos los ámbitos y niveles del deporte”.
Podemos verlo en los salarios, las jugadoras de futbol han negociado sus salarios durante más de un año, el FEF y el Consejo Superior de Deportes (CSD) han acordado salario mínimo profesional para las jugadoras de 16.000 euros anuales, mientras que el salario de los jugadores es 9,7 veces superior, 155.000 euros anuales. Las campeonas del mundo han recibido 250.000 cada una, los jugadores percibieron 400.000 euros, cada uno.
También queda patente esto en la financiación. En el caso del futbol, el dinero que se destina a las ligas femeninas es inferior que el perciben las masculinas, así como sus patrocinios. Para restituir esta desigualdad el Real Decreto 2/2018, establece, entre otras cosas, que el Consejo Superior de Deportes destinará las cantidades que perciba a “financiar los costes de los sistemas públicos de protección de los deportistas y técnicos contratados por cuenta ajena por las entidades deportivas que participen en la Primera División de Fútbol Femenino”.
La representación de las deportistas en los medios, la toma de decisiones, los protocolos de acoso y planes de igualdad, la equidad salarial, etc. forman parte del fomento de los principios de igualdad necesarios para que las jugadoras desarrollen su actividad de manera igualitaria y libre de violencias. La Ley de Igualdad Efectiva entre Mujeres y Hombres, en su artículo 29, señala que “Todos los programas públicos de desarrollo del deporte incorporarán la efectiva consideración del principio de igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres en su diseño y ejecución …”.
El deporte en las vidas de las mujeres
Cuando el pasado 20 de agosto la selección española de fútbol conquistó su primer Mundial femenino, Trini exclamó, dirigiéndose a su hija: ¡con lo que yo tuve que pelear contigo! Hace 30 años apenas había niñas que jugaran al fútbol y las que lo hacían eran tachadas de “marimachos” y ridiculizadas. Pero a Virgi, la hija pequeña de Trini, le gustaba mucho chutar el balón y después de un par de años regateando a los chicos en el recreo, quiso apuntarse a un equipo de fútbol: no existía esa posibilidad para las niñas y la solución que le dieron, hacerse pasar por un chico, no le gustó.
Ese sería el germen que le llevó, años más tarde, junto a varias compañeras de instituto, a montar el primer equipo de fútbol femenino de su pueblo manchego. Su madre la apoyó. Madre e hija recordaban con una sonrisa aquel periplo el día de la victoria de nuestras futbolistas, sintiéndose parte de una conquista común.
Obstáculos a la práctica deportiva de las mujeres
Una persona que desarrolla las capacidades del movimiento -la coordinación, la orientación espacio-temporal, el equilibrio, el conocimiento y control del propio cuerpo, la fuerza y resistencia musculares, la velocidad, la flexibilidad y la agilidad- es una persona más competente para cualquier situación vital. Estas cualidades se desarrollan a través de la práctica físico-deportiva. Además, el deporte aporta libertad de movimiento corporal y facilita las relaciones personales y sociales. ¿Será por eso que desde el orden patriarcal se han puesto obstáculos a la práctica deportiva de las mujeres?
Ahora, la hija de Virgi juega al baloncesto en categoría infantil, donde todavía los equipos son mixtos. El baloncesto es una de las actividades que se ofrecen en los colegios fuera del horario lectivo. La elección de actividades extraescolares continúa mostrando una fuerte diferenciación de género, según recoge la radiografía de las actividades extraescolares en los últimos veinte años en España realizada por un grupo de investigación de la Universidad Complutense de Madrid (UCM): los chicos eligen 1,8 veces más las actividades extraescolares deportivas como fútbol o baloncesto y las chicas 7,6 veces más las artes escénicas como danza o ballet.
Es complejo analizar con rigor qué y quiénes influyen a niños y niñas para que hagan actividades distintas: por qué existe este sesgo y cómo podemos intentar solventarlo. Seguramente las propuestas involucren a toda la sociedad, incluyendo a padres, madres, profesorado, estructuras económicas y sociales. Es un tema cultural. Pero sin duda, ayudaría incluir en el currículum escolar la educación afectivo-sexual y el desarrollo de las capacidades motrices, de manera que, junto con las intelectuales, relacionales, emocionales y artísticas, procuren una educación integral.
Raquel Pérez es jugadora y entrenadora de baloncesto. Ahora es la responsable de los equipos infantil y cadete femenino del CB Arganzuela Centro, pero empezó entrenando a niños y niñas de 5 o 6 años. A sus 23 años aboga por una mirada procesal que ayude a corregir inercias perjudiciales: “cuando era pequeña mis compañeros de equipo no me pasaban el balón por ser una chica. Si el entrenador tiene en cuenta esto, si actúa para que se trabaje en equipo y motiva a los niños y niñas con más dificultades, sabiendo que cada jugador evoluciona de una manera, tiene sus cualidades y su momento, las chicas abandonarían menos el deporte”, asegura.
La discriminación de las mujeres en las instituciones deportivas
Todavía hay pocas entrenadoras en fútbol, baloncesto, voleibol…. “no porque no tengamos capacidad o nivel, sino porque no se cuenta con nosotras ni se nos facilita la participación en los ámbitos de formación, y porque creen que no estamos tan capacitadas”, afirma Raquel. Lo cierto es que hay resistencias. El 84% de los preparadores de los equipos de élite femeninos de fútbol, baloncesto y balonmano son hombres y no hay una sola técnica en los masculinos. La desproporción se mantiene en los ámbitos de formación para los responsables del banquillo: una mujer por cada 10 hombres. Se puede deber a muchos factores. Entre otros, al hecho de que quienes fichan son hombres y las mujeres no han dado el salto a los puestos de dirección. “Existe también un problema de visibilidad y de apuesta por parte de los clubes”, insiste la entrenadora del Arganzuela, aunque también considera que la situación está cambiando y que los clubes cada vez se interesan más por tener chicas entrenando a sus equipos, especialmente a los equipos femeninos.
Raquel ve mucho baloncesto, de ligas humildes, busca el talento de las más jóvenes, en la cantera: “me encantan Iyana Martín y Silvia Domínguez”. Siempre se ha sentido respetada y apoyada por el club. “Cuando se me ha desautorizado ha sido en la pista, por parte de jugadores, que no me consideraban capaz de entrenar, sobre todo cuando han tenido entrenadores masculinos. Yo no soy de gritar e imponer cosas, pero eso no quiere decir que no se me tenga que respetar en la pista”.
Todo lo contrario a lo que hacen Virginia, Celia y Elena, tres de las jugadoras del Arganzuela que adoran a su entrenadora: Raquel. “Se hace valer y respetar”, comentan, mientras comparten que, a pesar de que cada vez hay más chicas en todos los deportes y categorías, ellas, con tan solo 14 y 15 años, ya han tenido que soportar insultos y menosprecio por el hecho de ser chicas.
El trato que reciben las niñas y las mujeres en el mundo del deporte es ya impensable en otras esferas sociales, es anacrónico e incumple las leyes de igualdad. La mayor discriminación o al menos la más conocida socialmente recae en las deportistas, pero como advertimos a lo largo de este texto, también afecta a otras mujeres que buscan desarrollar su profesión en el ámbito deportivo: entrenadoras, árbitras, médicas, fisioterapeutas, técnicas, directivas, etc.
Todavía el sustrato machista persiste en las conductas de entrenadores que conducen equipos femeninos: “no te hablan correctamente, hay abuso de poder, consideran a las jugadoras inferiores a los chicos”, enumera Raquel. Cuando esto se denuncia, los clubes no toman medidas, “hay todavía mucha manga ancha con determinadas conductas”.
El cambio de modelos
Tal vez por esto Aitana Cuevas, leyenda en el baloncesto femenino y en especial toda una referencia en la modalidad baloncestística del 3×3, destaca que “lo que están haciendo las jugadoras de la selección española de fútbol tiene un valor incalculable, están siendo muy criticadas, pero van a salir en los libros de historia y sus logros van a tener consecuencia en la vida de todas las deportistas”.
Se trata, sobre todo, de pedir unas condiciones dignas de trabajo, de reclamar visibilidad, de abogar por la igualdad de derechos. “Hacemos el mismo trabajo, le dedicamos el mismo tiempo, y aunque no generemos los mismos beneficios económicos, que es la excusa que siempre se pone para justificar las diferencias, tenemos derecho a ser consideradas igual de profesionales, con el respaldo de una estructura que nos permita dedicarnos a esto y no tener que compaginar entrenamientos mañana y tarde con otras actividades para alcanzar un salario digno”. La pívot ilustra con un ejemplo: “nuestra liga va desde septiembre hasta mayo, el resto del tiempo no cobramos, pero tenemos que cuidarnos y entrenar para estar preparadas, y en liga regular se suma casi un mes más sin cobrar”.
Desde hace décadas, hay muchas mujeres que han conseguido logros importantísimos, pero los medios de comunicación los han ocultado sistemáticamente. Al no dar a conocer a las deportistas y sus éxitos deportivos, impiden que sean un modelo para las niñas (y los niños) que practican actividad física. Por otro lado, hasta hace poco (y todavía), cuando las deportistas aparecían en los medios, el tratamiento de la información y de las imágenes ha sido pésimo, así que, en vez de en modelo, se convertían en “contramodelo”.
Cuando Cuevas comenzó a jugar al baloncesto “apenas había referentes femeninos, como mucho estaba Amaya Valdemoro”, pero eso “está cambiando”; “tú vas a Zaragoza a ver un partido de baloncesto del Casademont y te encuentras el pabellón lleno, en la Copa de la Reina, el año pasado, hubo lleno total y muchísimo seguimiento cada partido; las niñas buscan la camiseta de sus jugadoras para comprarla y eso antes no existía, empieza a haber más visibilidad”.
No es un camino fácil y todos los actores tienen que hacer su parte: jugadoras, clubes, medios de comunicación. “Nosotras (las jugadoras) tenemos que ser muy cercanas, amables con la gente, los niños y niñas quieren venir a hablar con nosotras y lo que les digo siempre es que disfruten el baloncesto, que jueguen, que aprendan y ya verán si finalmente se quieren dedicar profesionalmente a esto o no, tenemos que quitar también presiones”, afirma la campeona del 3×3.
Los medios de comunicación deberían dar visibilidad a los logros de las deportistas y dar un correcto tratamiento a las noticias relacionadas con el deporte realizado por mujeres. Para que las niñas que disfrutan con un balón de fútbol, crezcan con referentes femeninos positivos. Para que avancen libres de prejuicios. Para que no se sientan juzgadas por su apariencia corporal. Para que disfruten haciendo deporte. Para que hagan suyo el terreno de juego, además de las gradas.