Fotografía: fotografía de la colección de Consuelo Kanaga. Fuente: captura de pantalla de @FundaciónMafree
Las exposiciones tienen el poder de rememorar y dar visibilidad, de retornar unos cuadros o unas fotografías al momento presente para que nuevas personas admiren un trabajo que pudo pasar desapercibido. Y sin duda, las fotografías de Kanaga merecen este reconocimiento. La artista luchó por representar fielmente las injusticias sociales que imperaban en la época y que, por desgracia, siguen estando presentes hoy en día.
La desigualdad, el acoso racial, la pobreza o la marginación son algunos de los temas protagonistas que llenan las salas de esta exposición.
Consuelo Kanaga es una figura poco convencional que se enmarca haciendo historia y enfrentando al espectador desde una mirada incómoda, llena de una realidad que a veces resulta difícil de afrontar.Nació en Astoria, Oregón, en 1894 y murió en Nueva York, en 1978. Desde muy pequeña ayudó a su madre, la escritora Mathilda Carolina Hartwing, con las tareas de redacción.
Esto le llevó a descubrir su pasión por el periodismo y en 1915 comenzó a trabajar para el San Francisco Chronicle, para después convertirse en una de las pocas mujeres en dedicarse al fotoperiodismo de manera profesional en la década de 1910. Desde Mapfre recuerdan las palabras de su amiga y compañera de profesión Dorothea Lange: “ella era la primera fotógrafa de prensa que había conocido. Era una persona muy adelantada a su tiempo”. Pero como sucede con todas las artistas del pasado que trasgredieron su rol, su nombre aún sigue cayendo en la inercia del olvido.
El movimiento del “Nuevo Negro”, la celebración de la cultura afroamericana
Fotografía: fotografía de la colección de Consuelo Kanaga. Fuente: captura de pantalla de @FundaciónMafree
El movimiento del Nuevo Negro, también conocido como el renacimiento de Harlem fue un reclamo intelectual y cultural que abracó la danza, el arte, la moda y la política afroamericana, entre otros. Se inscribe dentro de las décadas de 1920 y 1930 y tuvo lugar en la ciudad de Manhattan en Nueva York, aunque su repercusión cruzó fronteras, ya que se llegó a popularizar en ciudades como París.
En la etapa de principios del siglo XX, durante la Primera Guerra Mundial y en el contexto de la industrialización, Harlem fue un destino de las personas emigrantes, lo que dio lugar a que se gestara este movimiento que celebraba la identidad de la autoexpresión cultural, la independencia económica y las ideas más progresistas en un momento en el que el terror racial era considerado como una cuestión ética de suma importancia y urgencia. Algunos autores sostienen que este movimiento nunca ha terminado y sigue activo con fuerza a través del blues, el rock and roll, el soul o el hip-hop.
Las primeras fotografías que realiza Kanaga a personas afroamericanas son las capturas de estos momentos, donde se empezaron a escuchar nombres de grandes artistas que defendían la negritud y la ensalzaban. De hecho, la autora y feminista Barbara Deming le invitó a que fotografiara la marcha por la Paz y La Libertad que recorrió 4500 kilómetros en protesta contra las acciones de Estados Unidos en Cuba que acabó con varios activistas detenidos por exigir que las personas negras y blancas pudieran caminar por la misma acera.
Sus fotografías fusionan el acabado en blanco y negro con un manejo excelente de la luz y el movimiento. Son la representación de escenas cotidianas donde la intensidad de los sentimientos cobra un gran valor. Según recoge esta exposición en palabras de Consuelo Kanaga: “La gran alquimia es tu actitud, quién eres, qué eres. Cuando haces fotografía, es en gran medida una imagen de ti misma. Eso es lo importante. La mayoría intenta impresionar para atraer las miradas. Pero lo importante no es captar la vista, si no el espíritu”.
La unión entre mujeres fotógrafas
La vida laboral de Consuelo Kanaga estuvo rodeada del apoyo de grandes mujeres como Imogen Cunningham, Louise Dahl-Wolfe, Alma Lavenson, Tina Modotti y Eiko Yamazawa, entre otras muchas a las que brindó consejos y compañía en el mundo del arte. De hecho, la fotoperiodista siempre se inclinaba por priorizar sus vínculos afectivos, ya que todas estaban viendo su carrera frenada debido a las desigualdades de género y las imposiciones sociales. Estas amistades eran mucho más que solo relaciones personales; eran el reclamo de la posición de las mujeres en el mundo de la creatividad.
Fotografía: fotografía de la colección de Consuelo Kanaga. Fuente: captura de pantalla de @FundaciónMafree