El caso, y volviendo al paseo, cuando llegamos al coche, vi a un grupo de jóvenes hombres alrededor de un todoterreno en el que ponía “¡Aventura!”, así muy llamativo, e iban todos con ropa deportiva, con esterillas y pesas. Me puse contenta, me salió una sonrisilla y me fui a preguntarles. “Hola chicos, ¿qué tal?, perdonar que os interrumpa, pero ¿organizáis entrenamientos? es que el gimnasio cierra en agosto y no sé, me gustaría entrenar con más gente”. Mi pareja, también hombre, estaba detrás de mí abriendo el coche, de repente el entrenador le miró a él directamente y le dijo, “sí, claro, hacemos entrenamientos colectivos”, a lo que yo contesté “ah, qué bien y ¿cómo funcionan?”. El entrenador, que siguió mirando a mi pareja, le dice “bueno, pues nos reunimos aquí, entrenamos, si quieres probar…” a lo que de nuevo contesté yo “bueno, el entrenamiento en realidad sería para mí. No sé si mi pareja está interesada porque no se lo he preguntado, pero yo sí lo estoy”. Por fin me miran todos, yes, pensaba que me había vuelto invisible, y el entrenador contesta “ah, claro, claro, los entrenamientos siempre se pueden adaptar”. Ejem, Ejem.
Esto no es la primera vez que me pasa. Es bastante frustrante cuando la realidad es que el entrenamiento forma parte de mi vida y, sin embargo, mi pareja se entrena solo cuando puede. Le gusta el deporte, claro, pero no es un hábito que tenga incluido en su rutina. Me recordó a la infinidad de veces que he ido con amigos a surfear y a mí, sin preguntarme nada, me daban la tabla de principiante más grande y aparatosa del universo. Una verdadera barca. Me recordó también a las numerosas competiciones de surf en las que se acaban las mangas de los surfistas cuando el mar se desordenaba o bajaban las olas y entonces comenzaba la competición de las surfistas. Además, por si cabía alguna duda, cambiaban la boya de color negro a color rosa. Just in case.
Todos estos sentimientos, que son de rabia, se entremezclaron con mi entusiasmo por el inicio de los Juegos Olímpicos (JJOO). Este año, y como titula EFeminista “Más de 60 delegaciones olímpicas cuentan con más mujeres que hombres en París 2024”, entre ellas la delegación española. Y, además, las olímpicas españolas tienen representación en todas las disciplinas deportivas excepto el breaking. Joder, menudo salto de longitud desde que hace exactamente 100 años fueran Lilí Álvarez y Rosa Torras las primeras nacionales en participar en unas olimpiadas, también en París, pero 1924.
Esto en cuanto al deporte profesional, pero la realidad es que, si vas a los gimnasios, estudios o box (públicos y privados), están también llenos de mujeres entrenando y cada vez hay más mujeres en sala y más instructoras. Entonces, me pregunto y os pregunto: uno – tenemos referentes profesionales y dos- tenemos compañeras amateurs/ grupo de iguales en los entrenamientos, ¿qué no está cambiando para que, en la práctica, a unos hombres jóvenes les estalle la cabeza (aunque sólo sea por un segundo) cuando una mujer quiere entrenar con ellos?
No me mal interpretéis, no estoy diciendo que a (todos) los grupos de hombres jóvenes les extrañe que en 2024 las mujeres entrenen y, oh dios mío, tengan cuerpos musculados. Pero sí hay algo, llamémosle rancio-machista, en que en 2024 se sigan repitiendo estas situaciones que, entre otras, son las que siguen alimentando una cultura desigual o si no que se lo digan a María Jiménez, defensa del Real Betis, y el violento momento en el que, mientras se entrenaba durante sus vacaciones, un hombre random la interpela “venga, ¿quieres echar unos pases en largo? así vemos si eres de primera o no”.
De nuevo, más frustración.
Aunque hoy se celebre la paridad total por primera vez en la historia en unos Juegos Olímpicos, 128 años después de que el barón Pierre de Coubertin (1863-1937), más conocido como el creador de los JJOO modernos, expresase su oposición a que las mujeres participasen en acontecimientos deportivos porque le parecía antiestético e incorrecto y ninguna mujer formara parte de las primeras olimpiadas de Atenas 1896, sigue siendo necesario hacer una crítica constructiva profunda.