Las parteras ejercen como matronas gracias a su sabiduría ancestral. Francisca Córdoba, una mujer negra a la que todo el pueblo conoce como ‘Pacha Pasmo’, explica a EFE, que para una partera lo más importante es «la vida de las personas, que se salven los niños», y es lo que defienden con sus manos, su conocimiento y sus saberes. Saben que un parto a veces es vida o muerte, por eso instan a las madres a que se hagan chequeos en el hospital, no atienden cuando ven signos de riesgo e incluso acompañan a la madre al centro médico, afirma.
En el Chocó, según la Asociación de Parteras de este departamento (Asoredipar), hay 1.500 parteras y parteros. «Las parteras hacen esta labor sin esperar por qué o por quién, siempre están con la disposición de ayudar, de preservar una vida, de favorecer a una mujer (…). Es un servicio humanitario», explica la presidenta de Asoredipar Chocó, Manuela Mosquera.
La partería ancestral de comunidades afro e indígenas es patrimonio cultural de Colombia. La partería en zonas como el Chocó, un territorio históricamente olvidado por el estado, no solo es algo cultural sino que es necesario, la falta de infraestructura vial y la violencia armada, priva de médicos y centros de salud a la población. La partería también es practicada en comunidades rurales y remotas de América Latina.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS), con el apoyo de Canadá, ha trabajado con más de mil parteras y parteros desde 2021 para proporcionarles conocimientos que les ayuden a identificar señales de riesgo con el fin de prevenir muertes maternas y neonatales. A su vez, la OPS contribuye a tender puentes con los servicios de salud para facilitar el trato respetuoso a las mujeres en un contexto de diversidad cultural.