Es usted Decana en una facultad cuyo alumnado es mayoritariamente femenino. ¿Por qué el Trabajo Social parece interesar más a las mujeres?
Creo que esto tiene que ver con la educación, las mujeres hemos sido educadas para los cuidados y por eso, elegimos profesiones que tienen que ver con los cuidados: Trabajo Social, Enfermería, ahora también Medicina. En esta facultad tenemos un 84% del alumnado femenino y es curioso que ese pequeño porcentaje de alumnos varones son los que después van a ocupar puestos de dirección y de gestión en los servicios sociales. Una de las labores que asumimos desde la docencia es hacer ver a nuestras estudiantes que ellas están absolutamente capacitadas para ocupar cargos de responsabilidad. Y me pongo como ejemplo.
Además, las carreras más feminizadas están peor consideradas y menos retribuidas.
Exacto. Y muchas veces son carreras, como ocurre en el caso de Trabajo Social, que requieren una continua actualización, con másteres, con cursos de formación continua…
La perspectiva de género se ha convertido en un modelo de análisis fundamental que ha de ser incorporado de forma transversal al estudio de la realidad social. ¿De qué manera se contempla en la carrera que los y las estudiantes de Trabajo Social profundicen en su significado e implicaciones para su futura actividad profesional?
Por un lado, tenemos una asignatura optativa (en el tercer curso) que se llama “Trabajo Social con Perspectiva de Género” que nos parece que, de cara al nuevo plan de estudios, debería ser una asignatura básica para que sentara las bases sobre la forma de entender el Trabajo Social. Por otra parte, tenemos un grupo de profesoras que nos llamamos “Enredadas por el género”, que hemos realizado diferentes proyectos de innovación social para tratar de incorporar esa perspectiva de género en las asignaturas. Por ejemplo, defendemos que, cuando citemos bibliografía, lo hagamos citando el nombre completo del autor o autora, porque cuando lo hacemos con iniciales tendemos a pensar que son hombres y resulta que estamos citando bibliografía de mujeres que se ocultan tras una inicial. En trabajo social es especialmente importante incorporar la perspectiva de género porque el 90% de las personas que acuden a las trabajadoras sociales son mujeres, que vienen a los servicios sociales para pedir ayuda para ellas o para otras personas, porque los varones no suelen pedir ayuda.
¿Qué líneas de acción se están impulsando desde el Decanato desde que usted está al frente?
Aparte de promover y apoyar a todos los grupos que tengan que ver con investigar estas cuestiones, realizamos acciones para visibilizar esta perspectiva, incluso con elementos tan sencillos como los colores. Hemos pintado la facultad de violeta, acabamos de inaugurar el Aula Violeta, hemos puesto en marcha una exposición sobre mujeres pioneras en trabajo social. Tenemos que visibilizar que esta es una profesión de mujeres, construida y desarrollada por mujeres.
La pirámide nos muestra una incorporación masiva de las mujeres a las aulas, como estudiantes (en algunas carreras más que en otras) mientras que en la medida que ascendemos en cargos de responsabilidad la presencia de ellas disminuye. ¿Cuáles son los obstáculos que enfrentan las mujeres para desarrollar su carrera profesional dentro de la universidad y cómo enfrentarlos?
Creo que el principal obstáculo es que ellos se unen y apoyan y nosotras somos más libres y miramos otras cosas. Cuando llegué al cargo del Decanato me hicieron el traspaso de poderes en la cafetería, tuvimos que empezar desde cero, sin ningún apoyo, y nos llamaban las interinas porque estaban convencidos de que no íbamos a aguantar. Es nuestro segundo mandato y espero que detrás vengan más mujeres.
La maternidad es un obstáculo fundamental. Nos ha costado mucho que la universidad comprenda que en la época de crianza no es tan fácil investigar y producir conocimiento. También el cuidado de las personas mayores, que todavía sigue recayendo sobre las mujeres.
Muchas veces las mujeres nos echamos para atrás porque nos infravaloramos. Cuando decidí dar el paso de presentarme para ser decana para mí fue fundamental una conversación con mi hermana, que es muy feminista, y me convenció de que era capaz de desarrollar bien el trabajo.
¿Nosotras tenemos diferente manera de desarrollar el liderazgo?
Nosotras nos involucramos más, nos comprometemos más cuando asumimos un cargo de responsabilidad. Por otro lado, no quiero reproducir los roles masculinos. ¿Por qué tengo que comportarme como una persona autoritaria que impone si no soy así? Creo que tenemos mucho que enseñar a ellos. Hay una cosa muy importante que es rodearte de un equipo con quien tengas mucha confianza, que te ayude, que te haga mirar las cosas desde diferentes puntos de vista, ver las consecuencias que tienen tus decisiones y tu forma de actuar. Claro, formar equipo también tiene su trabajo. No puedes ejercer el poder sola, hay que compartir la toma de decisiones y confiar en la gente. Yo me siento muy respaldada. Y también en casa necesitas tener a quien te apoye. Creo que más que ejercer la autoridad las mujeres compartimos la autoridad. Obviamente también hay mujeres que tienen formas de trabajar más masculinas, pero a mí me da pena porque creo que están renunciando a algo que es intrínsecamente nuestro y que además es bueno.
Ha transcurrido algo más de un siglo desde que el 8 de marzo de 1910 se permitiera por primera vez la matriculación de alumnas en la universidad. Sin embargo, todavía el nivel de igualdad, desde un punto de vista cuantitativo y cualitativo, alcanzado por la universidad deja mucho que desear. ¿Qué reivindicaciones del 8M son fundamentales en el ámbito universitario?
¿Por dónde empezamos? Me encanta escuchar al Rector hablar con lenguaje inclusivo, pero todavía no es algo generalizado. Los temas de conciliación no se tienen en cuenta para nada. Hay que hacer discriminación positiva porque las mujeres han tenido históricamente menos oportunidades. Y está costando mucho romper el techo de cristal, la universidad todavía no está preparada para asumir que determinados puestos sean desarrollados por mujeres, porque son espacios desde los que todavía ellos ejercen el poder.
Estamos viendo como las mujeres están denunciando y se están rebelando al acoso y a la violencia sexual en ámbitos como el cine, el deporte…. ¿veremos un #MeToo en la universidad?
Yo todavía lo veo muy difícil. Me he tenido que enfrentar a casos de profesores que han pretendido que dieran clases en nuestra facultad cuando habían sido acusados por acoso. Creo que como mujeres tenemos que posicionarnos ante esto y ponernos del lado de las estudiantes.
Hay una cuestión de fondo también que es el abuso de poder. Si el acosador tiene en sus manos el expediente de la estudiante acosada, es más complicado que se denuncie, por ejemplo.
Los casos llegan a Decanato y tienes la potestad de cambiar de grupo a la estudiante. Históricamente cuando se ha sabido de algún caso de estudiante que está siendo acosado o acosada, en esta facultad se ha procedido al cambio de grupo. Por cierto, nunca he conocido el caso de una profesora que acose a un estudiante o a una estudiante.
¿Qué mejoras se pueden plantear en relación con la igualdad y con la lucha contra la violencia dentro la comunidad universitaria?
Si fuéramos capaces de aplicar el Plan de Igualdad esta universidad sería estupenda, pero la percepción que tengo es que ese plan se aprobó sin que las personas responsables de que se cumpla lo leyeran, entonces ahora hay que hacer una labor muy importante de difusión y pedagogía. Hay que introducir la perspectiva de género en los planes de estudio de todas facultades. Y tenemos la responsabilidad como docentes de comunicarnos con el alumnado y promover la reflexión sobre la necesidad de establecer relaciones basadas en el respeto y en el cuidado. Creo que no estamos acompañando emocionalmente a nuestras estudiantes como deberíamos.