PREPARARSE PARA LA PAZ: reflexiones sobre la guerra y la conexión entre militarismo y patriarcado, desde el feminismo pacifista
El 30 de enero se celebra el Día Escolar de la Paz y la No Violencia. Educar para la paz es, entre otras cosas, cuestionar las premisas que nos acompañan, en el estudio, en las relaciones y en la vida. La historia de la Humanidad podría ser relatada a partir de los descubrimientos científicos o de los cambios sociales conseguidos sin violencia y no colocando las guerras como hitos principales. Los conflictos podrían enfocarse como caminos de transformación y aprendizaje, tomando de este modo connotaciones muy positivas y no vincularse solo a la confrontación violenta. Las personas podemos relacionarnos buscando la cooperación y eso nos hace más fuertes. Educar para la paz implica transformar el sustrato que alimenta la violencia.
Tica Font i Gregori, licenciada en Física e investigadora del Centro Delàs de Estudios para la Paz y de AIPAZ (Asociación Española de Investigación para la Paz), lo explica del siguiente modo: “con las premisas newtonianas era imposible desarrollar la Teoría de la Relatividad; para llegar a ella hubo que cambiar de premisas”. Por tanto, si queremos que no haya guerras, “tendremos que cambiar las premisas actuales sobre las que se aposenta la cultura de la violencia”.
Y en ese proceso de transformación las mujeres y el feminismo tienen mucho que aportar. “A menudo nos ridiculizan y nos acusan de tener una visión sentimental de la mujer, pero lo cierto es que pacifismo y feminismo tienen un punto de encuentro que se expresa, por ejemplo, en el modo de resolver los conflictos, mediante el diálogo, en la forma de trabajar y entender las relaciones, no tan jerárquicas, más de colaboración”, relata Tica Font. Otro punto de interconexión tiene que ver con “valorar los conflictos no únicamente en términos abstractos y de causalidades, sino también mirar el impacto del conflicto armado en lo micro, en la vida cotidiana de las personas”.
“El pacifismo es una seña de identidad del feminismo y una actitud ante la vida. Las mujeres gestionamos los conflictos de una forma pacífica por nuestra propia socialización, vinculada a los cuidados, que nos aporta una mirada más holística de los conflictos, y a la búsqueda de una solución sostenible en el tiempo”, argumenta Glòria Poyatos, una de las fundadoras de la Asociación de Mujeres Juezas de España y directora regional de la International Association of Women Judges (IAWJ) en Europa, Oriente Medio y Norte de África.
De este modo, llegamos al concepto de paz feminista, una paz amplia y positiva, que va más allá del cese de la contienda para exigir la garantía de todos los derechos básicos económicos y sociales. “Es una paz que busca la construcción de una sociedad en la que se superen las opresiones, discriminaciones y desigualdades fruto del sistema patriarcal, que ponga en el centro también los derechos de las mujeres desde una mirada interseccional, que considere todo tipo de violencias que tienen que ver con otras opresiones como pueden ser el racismo, la lgtbifobia o la desigualdad económica. Es decir, se trata de complejizar el concepto de paz poniendo en el centro las propuestas del feminismo”, resume María Villellas, Investigadora en la Escola de Cultura de Pau, Universidad Autónoma de Barcelona, y presidenta de WILPF España.
Paz feminista
Sin duda, la perspectiva de género es necesaria para comprender la dinámica de los conflictos armados y también el funcionamiento de los procesos de paz. Las mujeres reciben el impacto de la guerra de modo diferente a los hombres, los valores sociales asociados a la masculinidad que priman la agresión y sumisión para conquistar al enemigo implican la instrumentalización de las mujeres y de su cuerpo como forma de ofensiva. Un claro ejemplo de esta concepción bélica es la violencia sexual como arma de guerra.
El informe anual de 2022 del secretario general de la ONU sobre violencia sexual relacionada con los conflictos identificó 49 actores armados sobre los que existían sospechas fundadas de haber cometido o de ser responsables de violaciones u otras formas de violencia sexual en contextos de conflicto armados en la agenda del Consejo de Seguridad de la ONU. La mayoría de actores señalados por Naciones Unidas en su anexo eran actores armados no estatales (37) y otros 12 eran actores armados gubernamentales, en un total de diez contextos (RCA, RDC, Iraq, Malí, Myanmar, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, Siria y Nigeria). Según Naciones Unidas, el 70% de los actores en conflicto señalados eran considerados perpetradores persistentes.
“Las guerras implican mayor violencia, pobreza, inseguridad, vidas rotas para varias generaciones forzadas a abandonar sus hogares y redes familiares, quedando en una situación de vulnerabilidad a la precariedad, la desigualdad, la explotación y la violencia sexual, entre otros, que afecta de manera desproporcionada a mujeres, menores, tercera edad, minorías diversas, y personas con discapacidad”, advierte la Plataforma Cedaw-Estambul- Beijing Sombra España en un comunicado en el que condenaban la guerra en Ucrania.
A pesar de tantas evidencias, existe una invisibilización sistemática de las mujeres en el contexto de los conflictos armados, que se mantiene también en los procesos de paz. “Sabemos que las acciones que llevan a cabo las mujeres en periodos de violencia o guerra, pueden ayudarnos a ensanchar la manera de entender la construcción de la paz”, insiste Font, aludiendo a numerosos ejemplos y contextos que así lo demuestran: muchas mujeres se han convertido en mediadoras entre la guerrilla y su familia o la comunidad; son las que se ocupan del reparto de la ayuda humanitaria; son las que ponen por delante aspectos básicos como la educación, la salud, la alimentación, la vivienda; suelen ser las que encabezan iniciativas no violentas y las que empiezan a recomponer el tejido social cuando un conflicto violento acaba.
Desde el feminismo pacifista se enfatiza en “el carácter político de las contribuciones de las mujeres a la construcción de paz” y se esfuerzan en visibilizar y aprender de las estrategias de resistencia civil y de respuesta a la situación de conflicto. “Por un lado es importante dar visibilidad a la capacidad que tienen las mujeres de hacer frente a las situaciones de violencia, porque es poner en entredicho el estereotipo de las mujeres como víctimas pasivas de la violencia; en todo el mundo encontramos a mujeres organizándose de forma colectiva para hacer frente a la violencia, bien sea mediante formas de resistencia cotidianas de apoyo mutuo o bien mediante formas de activismo político, de defensa de los derechos humanos y del medio ambiente, apoyando evacuaciones, distribuyendo bienes básicos, documentando crímenes de guerra, impulsando la búsqueda de personas desaparecidas, poniendo sobre la mesa agendas de paz y propuestas para solucionar los conflictos”, resume María Villellas.
Del armamentismo no resultará la paz
Se reconocen 32 conflictos abiertos en el mundo y nueve guerras, algunas impactan por su crueldad inenarrable, como la que está viviendo Palestina, otras se acercan por proximidad geográfica, como la de Ucrania, pero todas, también las de Sudán, Yemen, Siria, Burkina Faso, Somalia, Myanmar y Nigeria, son producto de una mentalidad caduca que prioriza la imposición y de la irresponsabilidad, cuando no la complicidad, de los gobiernos que sostienen que a través del armamentismo preservarán la paz. “Al contrario, el armamentismo conducirá nuevos conflictos armados”, advierte Font. De nuevo “militarismo y patriarcado van de la mano”, recuerda Villellas.
Cuando una guerra o conflicto estalla “lleva tiempo fraguándose” y cuando esto sucede, no es fácil reflexionar de manera conjunta acerca de qué hacer. Todo presiona para que, irremediablemente, nos veamos obligadas a posicionarnos en uno u otro “bando”. Las posturas son defendidas con vehemencia en esa caja de resonancia que son las redes y los medios de comunicación, a la par que se descalifica y se degrada a quienes no coinciden con la opinión propia. No encontramos matices, sino intereses camuflados. En medio de tanto ruido, potenciado por el hecho de que la lucha, en la actualidad, se lleva a cabo con la violencia de las armas en el terreno, pero también con la manipulación de la información, en medio de tanto atropello, algunas personas tratan de levantar la mirada y tomar perspectiva para reflexionar acerca de qué hacer para dirigirse hacia la paz. Porque si nos dejamos arrastrar por la espiral de violencia y sin sentido, iremos hacia el desastre generalizado.
“Podemos explicar cómo la sociedad ha hecho caer dictaduras, cómo ha producido cambios importantísimos como sociedad sin utilizar la violencia, un ejemplo son los avances de las mujeres, se han producido sin usar las armas, porque lo que vamos a construir no se puede construir ni con las armas ni con la fuerza”, argumenta la representante del Centro Delàs de Estudios para la Paz, para lamentar que actualmente “esa experiencia que todos tenemos de transformación social sin uso de violencia parece que no importa. Necesitamos mirar el mundo con otros ojos”.
No es que las mujeres sean pacíficas por naturaleza, es que muchas mujeres han elegido que el pacifismo sea su opción política. Por ello, el feminismo pacifista es un movimiento político liderado por mujeres que quieren lograr la paz y participar en su construcción.
Las mujeres que han trabajado por defender los ideales de paz no son pocas. Algunas de ellas están reconocidas. Por ejemplo, Jody Williams, profesora estadounidense y activista de derechos humanos, ganó el Premio Nobel de la Paz en 1997 por su trabajo en favor de la prohibición internacional del uso de minas antipersonales. Shirin Ebadi, abogada iraní que milita por los derechos humanos y la democracia, recibió el mismo premio en el año 2003.
Otra mujer ganadora del premio fue Leymah Gbowee, activista pacifista y feminista liberiana. Gbowee lideró el movimiento pacifista Mujeres de Liberia Acción Masiva para la Paz (WLMAP), el cual fue clave para poner fin a la Segunda Guerra Civil liberiana en 2003. Recibió el Premio Nobel de la Paz en 2011, junto a Tawakkul Karman, periodista, política y activista yemení por la defensa de los derechos humanos, y Ellen Johnson Sirleaf, economista y política liberiana, presidenta de Liberia desde 2006 y 2018. Fue la primera mujer presidenta electa en África.
Hitos fundamentales del pacifismo feminista
Nacimiento de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF)
La Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad es la organización más antigua de mujeres por la paz del mundo. Esta ONG internacional nació en 1915 y cuenta con secciones nacionales que alcanzan todos los continentes. ¿Cómo puede ser tan desconocido el hecho de que 1300 mujeres se reunieran en La Haya, en plena Primera Guerra Mundial, para tratar de parar guerra y proponer las bases para una paz permanente? Ese fue el germen de WILPF.
WILPF Internacional cuenta con cuatro ámbitos de trabajo: la defensa de los derechos humanos; la agenda Mujeres, Paz y Seguridad -en ese sentido, WILPF impulsó la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que reivindica la participación y el papel de las mujeres en la construcción de la paz y reconoce la violencia específica que sufren-; el desarme; y la respuesta a crisis, lo que incluye acompañar a mujeres que están en contextos de conflictos armados o violencia, como Siria, Ucrania, Afganistán, y tratar de que mujeres feministas y pacifistas de estos países puedan trasladar sus propuestas y, en ocasiones, salven la vida.
Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing
A partir de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de la ONU celebrada en Beijing se entendió la importancia de la igualdad de género en todos los ámbitos de la vida pública y se propusieron medidas para avanzar hacia esta igualdad en ámbitos como la educación, sanidad, economía, trabajo o participación política. Los documentos y planes que se aprobaron allí, y que firmaron 189 Estados, son, todavía hoy, un plan de trabajo para que las mujeres logren una participación política y económica plenas. Hay estudios que avalan que, a mayor desigualdad de género, mayor probabilidad de conflicto armado.
Resolución 1325 sobre “Mujeres, Paz y Seguridad”
El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el 31 de octubre de 2020 una resolución que reconoce el derecho de las mujeres a participar activamente en las tareas de construcción de la paz y a ser incluidas en los ámbitos de toma de decisiones. La Resolución 1325 constituyó un hito importante en el reconocimiento de la participación de las mujeres en la resolución de conflictos, no como víctimas, sino como sujetos activos, y puso encima de la mesa la perspectiva de género como un elemento fundamental para la paz y la seguridad internacionales y duraderas.
Ahora bien, «la 1325 es un mecanismo para hacer diálogo desde lo común, pero se requiere de un enfoque situado, atento a las necesidades concretas», matiza Soraida Hussein, responsable de Incidencia política de Alianza por la Solidaridad-ActionAid en Palestina. «Siempre decimos que queremos una paz justa en Palestina. La paz no es solo que no haya guerra», señala. Además, el protagonismo de las mujeres en las organizaciones civiles de base en la construcción de la paz no se traslada a las mesas de negociación. “Las mujeres palestinas llevamos desde 1932 activas y peleando y no nos rendimos”.
Retos actuales
Las representantes de organizaciones pacifistas con las que hemos conversado valoran positivamente la demanda por genocidio contra Israel que Sudáfrica presentó el 29 de diciembre en el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ), el principal órgano judicial de Naciones Unidas, con sede en La Haya: “necesitamos utilizar todos los medios que tengamos a nuestro alcance para detener la situación de violencia que está viviendo la población de Palestina y a partir de ahí buscar soluciones a medio y largo plazo”. Como siempre, la mirada feminista va más allá: “Es cierto que existe una desproporcionalidad en la respuesta que Israel está dando contra la población palestina, pero tampoco nosotros podemos cometer el error de ver a los palestinos solamente como víctimas, ni asumir la lógica de los bandos o de posturas que podrían llegar a justificar la violencia, el dolor que sufre una madre israelí y el que sufre una madre palestina es el mismo, a pesar de que en estos momentos sea muchísimo mayor la violencia y el dolor en la población palestina”, expone Tica Font.
El feminismo pacifista aboga por el fin de los conflictos armados, pero va más allá, ofreciendo un enfoque alternativo que cuestiona las estructuras de poder establecidas e impulsa la transformación de las mismas. “Actualmente el mayor desafío es hacer frente a la emergencia climática tan absolutamente fragante que está viviendo el planeta y que también tiene una dimensión de género muy importante y es el reflejo de un modelo patriarcal extractivista y desigual. La emergencia climática va a hacer que algunos conflictos se agraven, de hecho, ya lo estamos viendo, la emergencia climática está provocando desplazamientos masivos de población, y desde determinados sectores se está promoviendo una mirada securitaria que nos afecta a todas, una solución militarista”. Así, es fundamental redefinir el concepto de seguridad: humana y feminista, tejida desde el reconocimiento de nuestra vulnerabilidad y que se construye con redes de afecto.
Algunos enlaces con materiales y propuestas educativas desde el enfoque del feminismo pacifista.
- Web de Escola de Cultura de Pau: recursos y experiencias muy útiles para abordar la educación para la paz en distintos ámbitos. https://escolapau.uab.cat/juegos-y-dinamicas/
- Guía ‘La paz también es cosa de chicas’ fue creada por WILPF España. Es un recurso didáctico de mucho interés y fácil de trabajar en las aulas este 30 de enero. https://wilpf.es/guia-la-paz-tambien-es-cosa-de-chicas/
- Programa ‘Educando para la Igualdad’ impulsado desde la Asociación de Mujeres Juezas de España. Se basa en una idea de educación transformativa en la igualdad de la infancia y adolescencia desde experiencias judiciales reales. Los y las estudiantes se acercan al mundo judicial, a través de visitas guiadas a las instalaciones judiciales y asistencia a juicios públicos con perspectiva de género, también recrean un juicio. Como defiende siempre Gloria Poyatos, una de sus creadoras, “la educación es la mejor vacuna frente a la violencia”. Más información sobre la iniciativa en este video.
- 1325: Mujeres tejiendo paz. Programa de investigación, educación y comunicación sobre el papel de las mujeres en la construcción de la paz. Tiene por objetivo divulgar y dar a conocer la resolución 1325 sobre Mujer, Paz y Seguridad adoptada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en el año 2000.