Por echarle cayena al contexto. La UEFA Women´s Champions League tiene su origen en la Champions League “a secas”. Me explico, cuando el mundo habla de Champions League, se refieren a la Champions League de siempre, la “masculina”, la que no necesita apellido para presentarse. Ese campeonato anual, referente mundial (¡sorpresa!) y en el que normalmente participan los dos mejores equipos de fútbol europeos de cada país, sitúa sus inicios en 1955.
Sin embargo, no es hasta 45 años más tarde, en el año 2000, cuando se plantearon la idea: ¿y si hacemos lo mismo, pero con las chicas? Y así nace la UEFA Women´s Champions League. Esta sí, con apellido, no vaya a ser que se deslegitime al padre y la liemos.
En sus 24 años de trayectoria, únicamente equipos de Alemania, Inglaterra, Francia y España se han llevado la copa. Los equipos alemanes (Frankfurt, Wolfsburgo, Potsdam, Duisburgo) arrasaron hasta 2015, cuando comenzó el reinado del Olympique de Lyon. Este absolutismo, sólo fue desafiado en 2021 cuando llegaron a la final el FC Barcelona y el Chelsea y en 2023 cuando la final se disputó entre el FC Barcelona y el Wolfsburgo. Ambas las ganó el equipo de la Ciudad Condal.
Y así llegamos a la final del 25 de mayo de 2024 con un FC Barcelona que ya lleva dos Champions a sus espaldas y que cuenta en su cantera con gran parte del equipo ganador de la Copa Mundial Femenina de la FIFA 2023 y con un Olympique de Lyon fuerte que ostenta 8 Champions en su palmarés. Yo conseguí entrada para la final gracias a una amiga. Planazo. En general, las entradas se agotaron bastante rápido (buena señal) y La Catedral estaba a rebosar, sobre todo de aficionadxs del Barça que llenaron incluso las gradas del Olympique.
Era todo un record y un verdadero paso de gigante ver a 50.827 personas viendo futbol femenino. Todo el estadio aplaudió cuando pusieron la cifra en las pantallas y es que este número es importantísimo porque consolida que el futbol femenino tiene público. Que hay miles de personas que se desplazan para ver jugar a su equipo. Es cierto que una final de Champions no puede ser tomada como ejemplo general pero sí marca un precedente y actúa como referente.
También importantísimas son las características de ese público y es que si algo destaca entre la afición es su diversidad: grupos de amigas de todo tipo de edades, incluso algún grupo de amigos, familias con niñxs, familias con abuelxs, jugadorxs de futbol de equipos más pequeños…dios, el ambiente era como…como más integrador, daba gusto.
El partido, por su parte, estuvo lleno de tensión. Al principio ambos equipos estaban contenidos y bastante conservadores. El Barça tuvo prácticamente la posesión durante la primera parte, llegaba a puerta, pero no había gol. Nos fuimos al descanso 0-0. Aitana Bonmatí abría el marcador en el minuto 62 con un 1-0 para el Barça y, a partir de ahí, el Olympique despertó del letargo. El equipo francés se puso ofensivo, con un juego más rápido y llegaron en varias ocasiones a puerta. No hubo recompensa para ellas. El remate final llego en el tiempo de descuento con un golazo de Alexia Putellas que sentenciaba el resultado 2-0 y que levantó a toda la grada.
Pocas veces en la vida he disfrutado más de un partido de futbol. Y he visto muchos. Eso sí, la burbuja que se creó en esos 90 minutos se desvaneció pronto. Si no que se lo digan a la capitana Alexia Putellas y la cara que se le quedó durante la recepción de las jugadoras en el Ayuntamiento de Barcelona cuando el alcalde, Jaume Collboni, le quita sin ningún tipo de miramiento la camiseta
del equipo que sostenían entre éste, el presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, y la jugadora,
para hacerse la foto oficial. Gosthing absoluto, también por parte de Laporta que ni se percata de la situación. En esta ocasión, la imagen sí vale más que mil palabras (y mil disculpas, señores).
Sin embargo, y con todo, estamos y seguimos.