En el mes del día mundial del libro, visualizamos que el racismo también afecta a la salud y lo ejemplicamos con una de las discriminaciones que más se perpetúan: la étnica y racial. Lo hacemos con la historia que relata Emma Dabiri en su libro No me toques el pelo.
El racismo estructural no solo trae consecuencias psicosociales, sino también biológicas, en las personas que lo sufren. La revista científica ‘Biological Psychiatry’ ha hallado un vínculo entre el racismo y la discriminación, y la desregulación del microbioma cerebro-intestinal. Por lo tanto, se ha podido demostrar que experimentar discriminación y xenofobia favorece el desarrollo de malestares psicológicos y físicos como la obesidad o la depresión. Sin embargo, aún se desconocen las vías biológicas que conducen de una experiencia social a sus repercusiones en el organismo.
Este nuevo trabajo realizado por investigadores/as de la Facultad de Medicina David Geffen de la Universidad de California en Los Ángeles (Estados Unidos), ha examinado el papel del sistema microbioma cerebro-intestino (BGM) en los problemas de salud relacionados con la discriminación. Investigaciones anteriores apuntaban al eje hipotalámico-hipoisario-suprarrenal, que regula el estrés, pero los/las autores/as de esta investigación quisieron ampliar su alcance demostrando que también influye en los sistemas nerviosos central y entérico.
El cabello negro tiene un significado social y racial
Una de las principales formas de discriminación es la étnica y racial. Emma Dabiri, académica y locutora, autora del libro No me toques el pelo, explica cómo el cabello negro, en especial el de las mujeres, está cargado de significado social y racial. En el libro refleja los estereotipos enraizados del pelo de las mujeres negras, señala que se trata de la imposición de un sistema que denigra cualquier cosa percibida como “demasiada africana”. Añade que, las personas de ascendencia africana son discriminadas por el pelo más que por el color de piel, siendo este un problema mundial.
La OMS calcula que el 77 por ciento de las mujeres de la Nigeria moderna utiliza cremas para aclararse la piel. Además, al intentar cumplir la exigencia de llevar el pelo con un “aspecto presentable”, se arriesgan a padecer cáncer, problemas de fertilidad o, como mínimo, quemaduras por sustancias químicas. Afirma que el deseo por ajustarse a una estética que valora la piel clara y el pelo liso es consecuencia de una campaña de propaganda que ha durado más de quinientos años. De una imposición de un sistema que denigra cualquier cosa percibida como “demasiada
africana”. Concluye que los agentes del racismo, básicos para el sistema de explotación e individualismo, no son solo blancos, siendo, hasta la fecha lavictoria perdurable del colonialismo.