A pesar de ello, en su historia se repite el mismo patrón que ha tenido que sufrir la gran mayoría de personas trans: el abuso, el abandono y el rechazo.
Por ello, quien escribe estas líneas en el contexto de Sant Jordi sentía la necesidad de recordar y reconocer a todas aquellas personas que han encontrado en la escritura una forma de expresar su sensibilidad y resiliencia; en este caso, con Marrero por bandera, ejemplo claro de alguien que ha utilizado su creatividad para abordar las complejidades de la identidad, la sexualidad y las experiencias de las personas LGBT+.
Haciendo de tripas corazón, estamos reconociendo el poder transformador de la literatura y el valor de aquellos que se atreven a compartir su alma con el mundo, incluso en medio de la adversidad. Debemos celebrar el poder transformador de las palabras y la capacidad de los libros para inspirar y conectar a las personas; y no solo como un reflejo de la propia experiencia de quien lo escribe, sino que también como una fuente de empoderamiento y validación para aquellas personas que se identifican con sus historias y personajes.
¡Viva Roberta!