Parece que vivimos en una sociedad sentenciada a convivir con esta violencia machista arraigada en estructuras sociales y culturales que, lamentablemente, persiste a pesar de los avances en la concienciación y la lucha por la igualdad. No obstante, la reflexión debe impulsarnos a cuestionar nuestras propias actitudes y contribuir activamente a la creación de un entorno donde la igualdad y el respeto sean la norma. La erradicación de la violencia de género no es solo una responsabilidad social, sino un imperativo moral que nos llama a trabajar juntas y juntos para construir un mundo donde todas las personas, independientemente de su condición, vivan libres en un mundo cada vez más hostil.
Por ello, existen portales como los de efeminista (de la misma agencia EFE) que aportan datos sobre la violencia machista – desde feminicidios o violaciones hasta casos activos de violencia de género – y, a su vez, las pautas de términos como la ya mencionada “violencia vicaria” (aquella que se utiliza para dañar y/o controlar a las mujeres) o medios a los que recurrir en el caso de vivir el maltrata en primera o tercera persona.
Uno de sus artículos, Recursos para salir de la violencia machista en España, ofrece un listado con todas las posibles alternativas para la atención a las víctimas de violencia machista:
- Llamando al 016(disponible las 24 horas del día y en 52 idiomas), 112 Emergencias, 091 Policía Nacional y 062 Guardia Civil
- A través de un whatsapp al 600000016
- Recurriendo a la aplicación Alertcops (envía una alerta con su ubicación a las fuerzas de seguridad).
- Enviando un correo electrónico a 016-online@iguadad.gob.es
- Escribiendo al chat en línea desde la página web de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género
Asimismo, para las víctimas de maltrato con diversidad funcional y menores de edad también hay diferentes vías:
- 016 con 900 116 016,
- SVisual, ALBA, Telesor, ATENPRO y la app PorMí.
- Al 112 con la app 112Accesible.
- Al 091 y 062 con SVIsual y con la app AlertCops.
- Para menores, dirigiéndose al teléfono de laFundación Anar:
Una vez que se haya realizado la notificación, bajo la información del portal de G&Elías Muñoz Abogados, la denuncia se fundamentará en la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, bajo la que la presunción de inocencia del denunciado puede suspenderse temporalmente y la detención automática puede realizarse con solo el testimonio de la mujer.
Las consecuencias incluyen la detención del sujeto a cargo, quien puede permanecer hasta 72 horas detenido antes de ser presentado ante un juez que posteriormente decidirá acerca de acciones como prisión preventiva o una orden de alejamiento. Se puede privar al denunciado de la custodia de sus hijos y se puede excluir de obtener subvenciones públicas, además de ser registrado en el Registro Central para la Protección de las Víctimas de Violencia de Género.
También señala las posibilidades de prisión para el agresor en caso de condena, que varían en función de la gravedad del delito y de si ha violado alguna de las medidas preventivas anteriores, que agravarían la gravedad del caso y, en consecuencia, los cargos.
Por último, como resalta uno de los protocolos del Ministerio de Igualdad: “es importante que comprendas la complejidad de la violencia de género. En numerosas ocasiones son las propias víctimas las que se oponen a denunciar a su agresor por diversas razones, entre las que se pueden incluir el miedo, la culpabilidad, la vergüenza, la falta de redes de apoyo social o familiar o la dependencia económica del agresor. Esta resistencia puede provocar incomprensión en el entorno, por lo que la ayuda que personas cercanas (familiares, amistades, compañeros de trabajo) podáis brindarle es esencial.
Te recomendamos que no la presiones y le hagas saber que estás ahí para apoyarla. Trata de comprenderla y no la juzgues. Intenta hablar con ella de sus sentimientos, del mal trato, del control que ejerce su pareja y de la oportunidad que tienen ella y, en su caso, sus hijos e hijas de empezar a vivir sin miedo y en un ambiente libre de violencia”.
Relato de una denuncia por violencia de género
27 de diciembre. 14:30 del mediodía.
Tristemente, un servidor acabar de presenciar una agresión física y verbal de un hombre hacia otra mujer dentro de un coche. Llamada al 112 con 5 minutos de espera.
Respuesta: aviso a la policía local.
Siguiente llamada: policía local. Confirman haber recibido el parte.
Respuesta: “mandaremos una patrulla a dar una vuelta”.
Salto cronológico.
3 de enero.
Cuartel de la Guardia Civil: narración de la vivencia con el consecuente registro de la matrícula del coche de la víctima en el sistema. Logran ubicarla, y se disponen a llamarla frente al testimonio, vulnerando su derecho a la intimidad y protección de datos de la víctima.
Contesta la llamada. Respuesta a lo sucedido: “solo fue una discusión”. Palabras textuales.
Atónito ante la contestación y el desistimiento del agente, el mismo denunciante reitera si hay alguna posibilidad de hacer un seguimiento del caso, consultoría con equipos de profesionales en salud mental… con una evidente respuesta negativa:
“No se puede hacer nada más”.
¿Moraleja de la historia? Montones de (re)víctimas inmersas en una violencia cotidiana que, por las mismas cadenas que las están ahogando, les es imposible coger un metafórico soplo de aire – simple perspectiva – para tomar consciencia de los abusos a los que viven sometidas.
La violencia contra las mujeres no es una serie de números que anualmente se recuentan en los telediarios. Detrás de la violencia está la compleja situación de mujeres en una posición de extrema vulnerabilidad. Mujeres a quienes es fácil revictimizar, culpabilizar, desatender o invisibilizar. No miremos hacia otro lado. Como sociedad tenemos el deber de acabar con la violencia que los hombres ejercen contra las mujeres por el mero hecho de serlo.