El desplazamiento forzado, las crisis humanitarias, violencia, amenazas, explotación, etc., provocan que miles de latinoamericanos abandonen sus países en búsqueda de seguridad y de una mejor calidad de vida. En el caso de las mujeres y de las niñas, este desplazamiento aumenta el riesgo de sufrir violencia de género. Huyen de la violencia sexual, el abuso y la explotación en sus países de origen, para enfrentarla de nuevo en los países de tránsito y destino. Esto revela el nuevo estudio de la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR): Nuestro derecho a la seguridad: Colocando a las mujeres refugiadas en el centro de la búsqueda de soluciones frente a la violencia de género.
Para el director regional de ACNUR para América, Diego Samaniego “es fundamental prevenir y erradicar todas las formas de violencia de género fortaleciendo la respuesta institucional y empoderando a las comunidades”. Esto, luego de que, según datos de ACNUR, en América Latina y el Caribe hay más de 19,9 millones de personas desplazadas, de ellas, el 37 % son mujeres y 12% niñas.
En el caso de las mujeres y de las niñas, este desplazamiento aumenta el riesgo de sufrir violencia de género.
La problemática radica, además, en que la mayoría de los casos no se denuncian ya sea por miedo o por falta de información. Las personas que se enfrentan a un mayor riesgo provienen de países como Venezuela, El Salvador, Honduras, Haití, Nicaragua y Guatemala.
El recorrido de estas personas es arriesgado y, debido a la falta de documentación, recursos, que muchas veces gastan en pagar a coyotes (personas dedicadas a la movilización y tráfico ilegal de personas) y cruces peligrosos en presencia de la delincuencia organizada, sufren toda suerte de vejaciones, acoso, desaparición o violencia sexual. Además, al llegar a su destino, encaran la pobreza, xenofobia, falta de redes de apoyo, impacto en la salud mental y dificultades para pedir asilo u otros trámites para regularizar su proceso de estancia legal. Esto hace que las mujeres sean cosificadas, lo que las convierte en un blanco más fácil para la violencia sexual.
El estudio de ACNUR reveló, además, que una de cada tres mujeres que fueron encuestadas no se siente segura en el país de acogida. Asimismo, quienes han sufrido abuso no suelen pedir la ayuda adecuada debido a la desconfianza y el temor a sufrir represalias o ser revictimizadas.