Propósitos, firmas y acuerdos, pero menos resultados de los esperados

La Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, firmada por 189 países en el marco de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en 1995, es el documento internacional fundamental para luchar contra la desigualdad de género como un objetivo global. Su contenido marca una hoja de ruta a través de 12 áreas críticas para que los países tengan un plan de acción que elimine las barreras sistémicas frente a la igualdad, promueva el empoderamiento y participación de las mujeres y las niñas en todos los ámbitos de la vida. Tres décadas después de la firma de Beijing el avance en igualdad ha sido significativo, pero aún hay mucho camino para lograr la igualdad efectiva entre mujeres y hombres en el mundo. E incluso hay retrocesos en este camino cuyo arreglo no parece ni fácil ni cercano.
En septiembre de 2025 se cumplen 30 años de la puesta en marcha de la Plataforma de Acción Beiing 1995 y es un buen momento para ahondar en sus antecedentes, inicios, en el proceso de realización y en las revisiones periódicas que se realizan. Comenzamos con la historia más reciente:
Las Conferencias Mundiales de la Mujer: de México 1975 a Beijing 1995
Hace más de medio siglo la ONU, ante la impunidad sistemática con la que se vulneraban de forma global los derechos de las mujeres -por el mero hecho de serlo-, acordó a finales de 1972 que 1975 iba a ser el Año Internacional de la Mujer. No era solo poner de relevancia por primera vez de forma internacional la necesidad de atender esta situación alarmante, sino que también se iniciaron importantes acciones al respecto, como la celebración en México de la Primera Conferencia Mundial sobre Mujer en la que se evidenció ante los países integrantes de Naciones Unidas que asistieron el gran problema que seguía siendo la discriminación persistente sobre las mujeres en todo el planeta.
No fue un hecho aislado en la ONU, ni el primer paso que se daba en el camino de la igualdad de género, pero sí el que de forma más contundente inició la reclamación de que se cumpliese la igualdad entre los seres humanos firmada en la Carta de las Naciones Unidas en 1945 y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948. Si bien en 1967 la Asamblea había publicado en su resolución 2263 la Declaración sobre la eliminación de la discriminación contra la mujer, los artículos incluidos en ella seguían incumpliéndose en el mundo de forma recurrente.
En esta Primera Conferencia Mundial sobre Mujer, celebrada en la capital mexicana entre el 19 de junio y el 2 de julio de 1975, se plantearon tres objetivos fundamentales: conseguir la plena igualdad de género eliminando la discriminación, la integración y participación de las mujeres en el desarrollo y la asunción por parte de las mujeres de un papel más protagónico en el fortalecimiento de la paz mundial.
Durante las jornadas, a las que asistieron delegaciones de 133 países (de las que 113 estaban encabezadas por mujeres) y representantes de numerosas organizaciones no gubernamentales, se discutieron las vías para poner en marcha los objetivos buscados y se adoptaron dos importantes documentos consensuados entre las personas asistentes: el Plan de acción mundial con puntos específicos para que los estados implementasen acciones que mejorasen la situación de las mujeres en sus territorios y la Declaración de México sobre la igualdad de las mujeres y su contribución al desarrollo y la paz, que buscaba en la política exterior de las naciones la llave para poner en marcha acciones coordinadas de igualdad de género.
A esta primera reunión internacional se le atribuye la reforma de leyes sobre igualdad de género en 127 estados y el establecimiento de mecanismos para investigar la situación de las mujeres para contribuir a su transformación. El encuentro de México dio lugar entre otras organizaciones al Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) en 1976, el antecedente a ONU Mujeres, creada en 2010, y a la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) en 1979 aún hoy en activo.
Tras México se celebraron tres conferencias más, Copenhague en 1980, involucrada en implementar medidas que garantizasen la igualdad de género en el acceso a la educación, el empleo y los servicios de salud; Nairobi en 1985, convocada para revisar las acciones previstas diez amos antes en México y se publicó para la actualización de las mismas el documento Estrategias de Nairobi.
La IV Conferencia: Beijing 1995
10 años después de Nairobi, en 1995, cerca de 200 gobiernos y decenas de miles de activistas y organizaciones de la sociedad civil de todo el planeta se reunieron en China para negociar un compromiso global histórico con la igualdad de derechos y la igualdad de oportunidades para todas las mujeres y las niñas. La Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, suscrita por 189 gobiernos en el marco de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing (China) del 4 al 15 de septiembre de 1995, recoge 12 áreas fundamentales de acción que abarcan temas tan diversos como el empleo, el medioambiente y la participación política, así como la erradicación del acoso y la violencia de género, proporcionando a los gobiernos medidas concretas para garantizar la consecución de estos objetivos.
Esta reunión se consideró final de una etapa preparatoria y, a partir de ser aprobado el documento global considerado clave sobre igualdad de género y empoderamiento de la mujer, se decidió que a partir de ella se realizarían revisiones cada cinco años para verificar el desarrollo del plan de acción planteado en Beijing y estudiar los puntos de avance, retroceso o estancamiento de su contenido.
Cada mes de marzo, la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW) celebra en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York una sesión de dos semanas para discutir los progresos y las deficiencias de la implementación de la Plataforma de Acción de Beijing, así como otras cuestiones que afectan a los derechos de las mujeres y las niñas. En 2025, en la reunión número 69 de esta comisión y, a pesar de los numerosos obstáculos que se encontró la organización en un momento geopolítico de creciente autoritarismo global, se alcanzó el acuerdo para consensuar un texto final que incluyó la primera referencia a la violencia de género en una declaración política de la CSW, retuvo los logros previos sobre la inclusión LBTGIQ+, el lenguaje sobre el reconocimiento, la representación, la reducción, la compensación y la redistribución del cuidado. En el documento quedan reflejadas importantes pérdidas para el movimiento feminista.
¿Qué impacto ha tenido la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing en los derechos de las mujeres a escala mundial?
El impacto ha sido enorme. La Plataforma de Acción de Beijing no solo constituyó un hito sin precedentes al centrar la atención en el feminismo, en los derechos de las mujeres y en el liderazgo feminista, sino que también dio lugar a toda una nueva ola de organizaciones, redes y líderes feministas. Ha supuesto asimismo un aumento exponencial de las protecciones jurídicas para las mujeres y las niñas ha reforzado las cuotas de género en el liderazgo político y ha respaldado el empoderamiento económico de las mujeres, entre otros logros. En los tiempos actuales de creciente autoritarismo, de desigualdades cada vez mayores y de retroceso en los derechos humanos básicos en todo el mundo, la ocasión también es propicia para dar un impulso final al progreso universal.
¿De qué manera confluye la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing con otros marcos globales de derechos como la Agenda 2030?
Según ONU Mujeres, la plena implementación de la Plataforma de Acción de Beijing “dará un fuerte impulso a la igualdad de género y al desarrollo sostenible”, y esto se está articulando en términos de políticas a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Aunque existe un objetivo independiente centrado específicamente en la igualdad de género (Objetivo 5), la consecución de los 17 ODS está directamente relacionada con la igualdad de género y, en consecuencia, el género se encuentra integrado en la totalidad de su marco. Es además un reto el saber que los objetivos previstos en la Plataforma de Beijing confluyen con los de la Agenda 2030 que culmina en algo más de cuatro años.
Pero no será posible alcanzar las metas de Beijing en el año 2030. Si bien en las últimas décadas se han logrado avances significativos y transformadores gracias al legado de Beijing, todavía queda un camino increíblemente largo por recorrer. Hasta la fecha, ningún país ha alcanzado la plena igualdad jurídica entre mujeres y hombres, y no se ha cumplido ni un solo indicador del Objetivo 5 de los ODS sobre igualdad de género. Además, por diversas razones –el interminable ciclo de crisis económicas y conflictos mundiales, así como la rápida escalada de la emergencia climática y las persistentes consecuencias de la pandemia de covid-19–, en los últimos años se ha producido un retroceso enorme en todos los derechos humanos, y las mujeres y las niñas han sufrido las peores consecuencias de este ataque. En Afganistán e Irán, por ejemplo, la discriminación de género está codificado en la ley. En zonas de guerra como Gaza, Ucrania o Sudán, esto se traduce en una violencia devastadora contra las mujeres y las niñas. En países como Bangladés y Kenia las mujeres y las niñas están en primera línea de la crisis climática. En Estados Unidos, El Salvador, Nicaragua y Polonia se materializa en la restricción del acceso al aborto. En países como Guatemala y Colombia, se traduce en el asesinato de mujeres sindicalistas. Y en todas partes, el retroceso de los derechos de las mujeres y las niñas va acompañado del avance de líderes populistas patriarcales.
¿Cuáles han sido los principales éxitos y avances tras la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing de 1995?
Por concluir de forma optimista, si bien el panorama no ayuda a serlo, se resume seguidamente los principales logros obtenidos tras la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing. Si miramos hacia atrás, este compromiso a impulsado la creación de miles de leyes contra la violencia de género y de promoción del empoderamiento económico y de la participación de las mujeres en diversos ámbitos públicos de la sociedad. Por ello, aunque esté lejos de ser una realidad completa, sigue siendo una hoja de ruta fundamental para los movimientos feministas y los gobiernos, generando progresos significativos en la protección legal, el acceso a la salud y la consolidación de la paz.
Destaca ONU Mujeres los siguientes adelantos:
- Protección jurídica: la Declaración impulsó a nivel mundial la promulgación de leyes contra la violencia de género, pasando de 12 países en 1994 a 193 en 2025.
- Empoderamiento económico: se ha logrado un aumento global de leyes que prohíben la discriminación de género en el empleo.
- Violencia de género: la Plataforma ha contribuido a visibilizarla y a generar servicios de apoyo y refugio para las supervivientes, así como leyes específicas para abordarla.
- Participación política: ha fortalecido la adopción de cuotas de género en el liderazgo político y ha empoderado a las mujeres para la consolidación de la paz.
- Salud sexual y reproductiva: se han alcanzado avances significativos en este campo, incluyendo el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos.
- Organización feminista: ha fortalecido las redes y el liderazgo feminista a nivel global, impulsando una nueva ola de organizaciones y activismo. Su importancia como agenda vigente:
- Hoja de ruta: continúa siendo una agenda vigente y una piedra angular para la búsqueda de la igualdad de género.
- Evaluación y recursos: gobiernos y organizaciones utilizan la Plataforma como referencia para evaluar avances, abordar dificultades y destinar recursos.
- Derechos humanos: reafirmó la idea de que los derechos de las mujeres son derechos humanos universales.