Fotografía: fuente Instagram de Kamala Harris
La campaña presidencial de Kamala Harris fue una de las más observadas y comentadas en la historia reciente de Estados Unidos. Como la primera mujer de ascendencia africana y asiática en llegar a la Casa Blanca como vicepresidenta en 2020, su candidatura a la presidencia en 2024 destacó los desafíos y expectativas a los que se enfrentó la excandidata por los cuestionamientos sobre su capacidad para estar en una contienda históricamente dominada por hombres.
Las presiones sobre la incapacidad de Joe Biden para un segundo mandato y su rechazo a retirarse de su reelección por meses hizo que Harris entrara tarde a la campaña, por lo que tuvo que sortear todas las dificultades que ello trajo a su candidatura. Su campaña se centró en la defensa de la democracia y en los derechos sociales. Llamó a la ciudadanía a movilizarse para luchar por la libertad y la justicia, afirmando que dichos derechos podrían perderse si ganaba Trump. Y ganó.
Además de entrar tarde a la campaña por la presidencia, Kamala encaró presiones internas y externas, pues aunado a ser una líder racializada en un entorno político tradicionalmente patriarcal, los desafíos a los que se enfrentaron los y las demócratas por los resultados del gobierno de Biden fueron la piedra en su zapato para sortear todos los obstáculos.
El mandato de Joe Biden confrontó opiniones divididas, por un lado fue elogiado por sus inversiones en economía verde, sus compromisos de financiamiento, sus políticas ambientales, su enfoque en la democracia y, por otro lado, fue altamente criticado por su bajo perfil en la escena internacional y su falta de soluciones para los problemas actuales, como la guerra en Ucrania y en Gaza, así como el creciente problema de la inmigración. Desafíos que aprovechó la administración de Trump para seguir ganando adeptos a su causa.
Una mujer en la política estadounidense
Las mujeres del mundo han aumentado su presencia en la política desde hace algunos años, obteniendo posiciones de poder cada vez más relevantes dentro del marco internacional, pero su paso hacia la cima es mucho más enrevesado que el de los hombres. Primero, deben probar su valía en un ambiente dominado por hombres y, además, tienen que mantener la frente en alto ante las discriminaciones, desaprobaciones, cuestionamientos, estereotipos, etc., de los que son la diana. Los hombres lo tienen fácil, su camino ha estado marcado por años. Las mujeres dan pasos firmes, siendo vulneradas, pero sin dejarse vencer.
Kamala Harris perdió las elecciones, al igual que Hillary Clinton, hace ocho años en contra de Trump, pero ellas han sentado una base primordial: las mujeres tienen su lugar en la silla presidencial, pues son tan capaces como sus compañeros hombres. Kamala sufrió discriminación de género y de origen, fue vista, como suelen ser vistas las mujeres en su posición, como alguien ‘demasiado ambiciosa’, ‘demasiado emocional’, ‘demasiado fría para ser mujer’ y muchos etcéteras.
Desde pequeña, Harris, de madre india y padre jamaiquino, fue sumergida en la comunidad negra de Oakland. Algo que le dio orgullo y pertenencia. Estudió en la Universidad Howard, donde se involucró en cuestiones políticas como las relaciones raciales en Estados Unidos. Llegó a la Fiscalía del Condado de Alameda, en Oakland, y, más adelante, se convirtió en fiscal del distrito de San Francisco y, luego, en fiscal general de California y fue elegida senadora por California en 2016 hasta que se convirtió en vicepresidenta de su país.
Como señala Anna Uribe en Global Thought MX (2024): “resulta relevante señalar que, Kamala Harris, no sería la primera mujer con el peso del cargo presidencial en sus hombros. Existe en la historia estadounidense otra mujer que ostentó informalmente ese puesto: la primera dama Edith Wilson, la esposa del presidente Woodrow Wilson quien, a partir de octubre de 1919 no pudo mantener el control de su propio cuerpo (…)”.
La candidatura presidencial de Harris
Es cierto que Kamala se ha enfrentado a diversos desafíos en su vida y en su carrera política. Su aprobación como vicepresidenta no fue la más destacable, pues en una encuesta recopilada por FiveThirtyEight (blog estadounidense que se centra en el análisis político y que proporciona las últimas encuestas políticas) tenía el 51 % de desaprobación de las y los estadounidenses. Una de las primeras causas de este descontento hacia su trabajo era la competencia de la administración de Biden para abordar temas como la inmigración y seguridad fronteriza, así como la implementación de medidas para mejorar el sistema migratorio. Aunque, más adelante cuando fue electa candidata, sustituyendo a Joe Biden en la contienda presidencial, un sondeo de la CNN en julio de 2024, indicó que tenía el 43 % de preferencia del conjunto de votantes, para ser presidenta. Así es que se creía que al elegirla se iba por buen camino para vencer a Donald Trump. Todo dependía de una campaña exitosa.
El hecho de ser mujer sí es una parte complicada y controversial que resalta en el mundo de la política, pero para Kamala este hecho solo es solo un factor más en el conjunto de acciones que la llevaron a perder la presidencia.
En primer lugar, Harris necesitaba consolidarse como una figura única, capaz de distanciarse de las expectativas que tenía el establishment político. Para cierta parte de quienes la apoyaban representaba la diversidad política y la modernidad, pero para otra parte significaba la continuidad de lo mismo, la administración de Joe Biden, pues tenía una conexión cercana con el presidente.
Aunado a ello, su campaña estuvo mal enfocada al decidir vincularse con artistas y gente de la farándula, que no son percibidas como personas que ayuden a resolver los problemas de una sociedad por demás complicada. Recibió apoyo de artistas de la talla de Beyoncé, Lady Gaga, Katy Perry, Taylor Swift, etc. Algunas de esas celebridades más tarde fueron relacionadas con las controversias recientes de P. Diddy, acusado de varios delitos graves, como el tráfico sexual y el crimen organizado.
La gente necesitaba acción, resolución y no distracción a través de celebridades. Kamala intentó empatizar con la población al describirse como una minoría, por ser una afroamericana y asiática, que tuvo que luchar por llegar a donde está actualmente. Pero, sus acciones demostraban lo contrario al asociarse con personas del entretenimiento y el star sistem, que le dificultó conectar aquellas personas cuyo voto no era todavía indeciso.
En cuanto al perfil de las personas que suelen votar al Partido Demócrata, las mujeres, en especial las mujeres jóvenes y pertenecientes a minorías étnicas, son su gran base de apoyo. Asimismo, personas de las grandes ciudades, áreas urbanas y grupos que incluyen a la población hispana, afroamericana y asiáctico-americana, que han sido clave en las contiendas electorales del partido que lidera Harris. Pero la candidata, no logró absorber a una base importante de los Estados Unidos: los hombres blancos, pilares de apoyo repúblicano, los y las votantes de las áreas rurales, los grupos con posturas conservadoras en temas religiosos y sociales, y las personas mayores, preocupadas principalmente por temas de economía y seguridad. Esta parte importante de la población solo logró vislumbrar a una política en funciones que no contribuía a resolver el escenario político actual.
Donald Trump hizo una campaña que llegó a la ciudadanía clave, aquella que lo haría obtener la victoria. Usó el desprestigio internacional de su país, la incorrecta y desastrosa gestión del gobierno en la guerra en Ucrania y el conflicto entre Israel y Gaza, con impactos significativos a nivel mundial. Aunado a ello, recibió el apoyo de votantes jóvenes, que mostraron su apoyo al vincularse Trump con figuras como Elon Musk y Joe Rogan. Por otra parte, se centró en la seguridad fronteriza y la economía, con ataques a la administración de Biden por el aumento de la inflación y de los cruces ilegales en la frontera. El presidente electo, además, se enfrentó a distintos desafíos legales y políticos, que lejos de tumbarlo, lo hicieron aumentar su base de apoyo, porque logró conectar con los votantes a través de su carisma, reforzado por los intentos de asesinato y las teorías de la conspiración. Y, finalmente, tuvo una inversión significativa de Elon Musk en su campaña, por lo que junto con el resto de sus acciones, lo llevó a lograr un regreso para su próximo mandato como el presidente de los Estados Unidos.
Como señala Uribe: “la real estrategia de Donald Trump al decir cosas controvertidas consiste en desorientar a los medios de comunicación y mantener la atención constante en él. Es decir, inunda los medios, o mejor dicho, sobrecarga a los medios de información. (…) El poder de Donald Trump es que siempre se mantiene presente, nadie puede ignorarlo, ya sea fascinación, rechazo o temor, su retórica ha probado su agencia para avivar un sentimiento a largo plazo prevaleciente en aquellos que creen no tener lo que merecen: el resentimiento”.
Todo esto no quiere decir que Donald Trump sea el indicado para manejar uno de los países más importantes del mundo y que Kamala Harris no esté a la altura. Desafortunadamente, vivimos en un mundo de apariencias y asociaciones con gente clave para los políticos. Quien consiga eso es quien resulta ganador o ganadora. “(…) lo cierto es que, en esta carrera por la presidencia, quien parece conocer mejor el signo de la época es Donald Trump. (…), su estilo desafiante y emotivo ha configurado una forma de hacer política que redefine el escenario político estadounidense. Desde un populismo de derechas, enfocado en defender la familia americana heterosexual, con un marcado apego religioso y la fascinación por el poder que produce un arma, logra atraer a sus votantes. La demonización de grupos minoritarios, inmigrantes o extranjeros pobres es su signo y ha logrado capitalizar el miedo social y su aporofobia a través de la promesa de más nacionalismo, proteccionismo y la expulsión de los distintos”, concluye Uribe en su análisis.
Así, se vivieron factores clave para el resultado de las elecciones: por el lado de Trump, está el cambio en el apoyo de los y las votantes jóvenes, el enfoque en temas que preocupan a los estadounidenses como la inflación y el apoyo financiero estratégico. En contraste, Harris enfrentó desafíos por su asociación con la administración Biden (con su creciente impopularidad), el debate presidencial no logró generar confianza entre los votantes y algunos comentarios controversiales que hizo Kamala, la afectaron negativamente. Esto fue durante una entrevista en ‘The View’ (programa estadounidense de debates y entrevistas que se emite en el canal ABC). Se le preguntó a la ex candidata sobre si habría hecho algo distinto durante el gobierno de Joe Biden y ella respondió que no había nada que se le ocurriera en ese momento. Esto fue percibido negativamente por las y los votantes, por su falta de autocrítica y su incapacidad para distanciarse de las decisiones del actual presidente Biden. Por otra parte, la reacción de su campaña a los comentarios racistas de un comediante sobre Puerto Rico también fue vista como un error estratégico. Aunque Harris pretendió distanciarse de los comentarios de Biden (quien intentó defender a la comunidad puertorriqueña, calificando los comentarios del comediante como ‘basura’, se le malinterpretó y algunas personas asumieron que con ello se refería a quienes apoyan a Trump), la controversia afectó negativamente su imagen.
Finalmente, independientemente del resultado de la elección presidencial de Estados Unidos y aunque la derrota de Kamala es un recordatorio de las barreras persistentes que enfrentan las mujeres en la política, el hecho de que las mujeres sigan rompiendo el techo de cristal hacia la igualdad de género y la representación equitativa en la política, no como cuota de género, sino por sus capacidades y experiencia, hace que más mujeres sientan el deseo y la fuerza para llegar lejos, para aspirar a roles de liderazgo, para contribuir a la toma de decisiones en posiciones de poder, para seguir adelante demostrando al mundo de lo que son capaces. Esta presencia en la política ayuda a que se prioricen y aborden temas que afectan desproporcionadamente a las mujeres, como la violencia de género y la igualdad salarial. Kamala Harris y muchas mujeres han desafiado el status quo para promover un cambio sustancial hacia una sociedad más justa.