Cuestionar permanentemente el pensamiento y el saber de las mujeres es la base de la cultura patriarcal y se perpetua en la sociedad actual, incluso en quienes dicen ser feministas, olvidando que el enemigo está en otro lado.
La ausencia de una formación exhaustiva en feminismo y en otros ámbitos, es muy preocupante hoy en día, cuando las tecnologías ocupan espacios que parecen del saber, pero que no lo son. Así, se condena toda una obra en base a unas pocas frases difundidas en redes sociales, frases impactantes pero descontextualizadas de la obra, de la época o del contexto político y social; o se exalta a una figura por lo mismo: un párrafo descontextualizado, una frase en un lugar, acto o texto. Elevando a los altares de la gloria o condenando sin saber más que aquello que se hizo viral, sin lecturas completas y bien contextualizadas.
Considerar a una persona experta en algo por leer comentarios en redes sociales o por escuchar opiniones en medios de comunicación es un disparate, pero está muy extendido entre personas comunes y entre aquellas que se dedican a la política o la comunicación. Y es que la sociedad actual no está preocupada por el saber y, mucho menos, por el reconocimiento del trabajo de tantas y tantas mujeres sin las cuales hoy ninguna estaríamos donde estamos. Mujeres que abrieron caminos, forzaron leyes, actuaron desde lo social y lo político, para que tuviésemos voz y se reconociese nuestra autoridad como mujeres y como personas.
La lectura de la obra de las pensadoras y activistas, independientemente de que se esté o no de acuerdo con la totalidad de sus ideas, como es lógico, es esencial para seguir avanzando en la igualdad real. Romper con la polarización, con esa cultura perversa que no acepta a quien no piensa de forma idéntica, es imprescindible para avanzar en la igualdad. El debate, la discusión y la negociación construyen democracia. Reflexionar sobre la diversidad es reconocer y deconstruir una forma única de mirar el mundo y abrirse al saber.
Las mujeres, más de la mitad de la población, seguimos sufriendo violencias. El no reconocimiento del pensamiento, el saber y el trabajo realizado, es una forma más de violencia. Una ya antigua que ha invisibilizado a las mujeres a lo largo de la historia y que obliga a que, cada cierto tiempo, tengamos nuevamente que recuperar la memoria de todas ellas. Una y otra vez vuelta a empezar. Que esto no ocurra está en manos de todas las personas que defienden la igualdad y están en contra de las violencias machistas.
Marcela Lagarde es una de nuestras referentes en el feminismo y en la lucha contra la violencia machista. Los insultos que recibió en un acto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM sólo demuestran ignorancia y de la ignorancia debemos avergonzarnos para vencerla a través del conocimiento. Leer, saber, comprender, usar todas las herramientas tradicionales y también las nuevas tecnologías, nos permitirá ser libres y diferenciar las propias opiniones de la manipulación y de la orientación ideológica. Reconocer a nuestras maestras y su trabajo es de justicia y es feminismo.
Viñeta de Raquel Gu