Colombia / 25.04.2024
La pobreza de las mujeres se ve amplificada por la discriminación en el mundo laboral, el acceso limitado a los recursos y activos financieros y unos estereotipos profundamente arraigados que limitan su participación en la educación, el empleo decente y la toma de decisiones, al tiempo que les imponen una mayor carga de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado.
La igualdad de género es una poderosa herramienta para reducir la pobreza e impulsar el desarrollo sostenible. Si garantizan la igualdad de acceso a las oportunidades y a la toma de decisiones para todas las personas, las sociedades pueden crear economías más sanas y justas. Si se lograra la igualdad de género, más de 100 millones de mujeres y niñas podrían salir de la pobreza si los gobiernos priorizaran la educación y la planificación familiar, salarios justos e igualitarios y ampliaran los beneficios sociales.
Se podrían crear casi 300 millones de puestos de trabajo de aquí al 2035 mediante inversiones en el sector de los cuidados, como la provisión de guarderías y cuidados para personas mayores. Y cerrar las brechas de género en el empleo podría aumentar el producto interno bruto per cápita en un 20 por ciento en todas las regiones. Sin embargo, los programas dedicados a la igualdad de género representan sólo el 4 por ciento de la asistencia oficial para el desarrollo.
Se necesitan 360 mil millones de dólares adicionales por año en los países en desarrollo para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Esto es menos de una quinta parte de los 2,2 billones de dólares gastados a nivel mundial en gastos militares en 2022, por ejemplo. Se conoce perfectamente, cuáles son las áreas en que se necesita invertir. Ante todo, debe haber una inversión en conseguir la paz.
Más allá de esto, las inversiones prioritarias incluyen: leyes y políticas que promuevan los derechos de las mujeres y las niñas; transformación de normas sociales que plantean barreras a la igualdad de género; garantizar el acceso de las mujeres a la tierra, la propiedad, la atención sanitaria, la educación y el trabajo decente; y financiar redes de asociaciones de mujeres en todos los niveles.