Un día cargado de protestas y reivindicaciones políticas, pero donde a esa rabia que se acumulaba en nuestras gargantas también le acompañaba el dolor del recuerdo de todas las mujeres que en la historia han sido asesinadas, violadas y maltratadas por sus parejas, amigos, familiares, jefes y desconocidos. De acuerdo con los datos recogidos por el Sistema de Salud de Catalunya, se detectaron un total de 10.805 casos de violencia machista en 2023, lo que supone un 5,2% más que el años anterior.
Los ojos de las manifestantes arrastraban un ‘se acabó’. Se acabó llenar los periódicos en la parte de sucesos, se acabó la impunidad de los agresores y se acabó que nos intenten callar. Durante la noche, los carteles con frases como ‘Yo de pequeña quería jugar con muñecas, no ser la tuya’, ‘Los violadores existían antes que las minifaldas’, ‘No quiero sentirme valiente cuando salgo a la calle, quiero sentirme libre’ o ‘Que ser mujer no nos cueste la vida’ se alzaron para que todo el mundo pudiera ver que la violencia ejercida por los hombres ya no se contestará más con silencio.
Antes de recorrer las calles de Passeig de Gràcia, la actriz Bia Mendéz comenzó a leer un manifiesto donde exigía responsabilidades políticas destacando que las violencias machistas “no son hechos aislados, sino violencias estructurales que forman parte de un sistema opresor”. Junto a ella, otras mujeres como Esther Viñas (Federació de Persones Sordes de Catalunya) Gisela Cano y Carolina Andreu (Ca la Dona), Paula Santos (Mujeres Migrantes Diversas), Valentina Perea (Sindillar), Fanny Mackern (Regularización YA), la actriz Mont Plans y la activista trans Patrícia Caballero se unieron a la lectura con demandas como una educación sexual obligatoria o la regulación de redes sociales donde la difusión de la violencia no quede impune.
Tras el manifiesto, una marea de 20.000 personas, según las cifras de Novembre Feminista, bajó la avenida exigiendo un cambio real que ofrezca protección y amparo a las víctimas de violencia de genero atendiendo a la situación de vulnerabilidad de algunas mujeres. El olor a pólvora del humo lila, los tambores de la batucada y los gritos de la gente protagonizaron este Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, de todas las ciudades de España, en el que ya no se admite que nos intenten colar la vergüenza, el miedo o la culpa. Porque estos sentimientos no nos corresponden, ni nunca lo han hecho. Con cada paso que se deba, llegaba también el convencimiento de que las cosas están cambiando. Porque cada 25N y cada 8M son el recuerdo de que estamos juntas compartiendo un relato feminista para poder reivindicar que las calles y nuestras vidas también han de ser nuestro espacio seguro.